Leyre ya cuatro, y allí conocemos a Álex por fin, que es blandito y dormilón. Sonríe mucho con toda la cara. Nos juntamos por última vez con Cris y Carlos, los amantes de Madriz. Sé que volveremos a vernos, ellos son de esas personas que harán el esfuerzo; nosotros también. No somos los únicos que marchamos, las fiestas multitudinarias siempre juntan diversidad y paralelismos. Los asturianos tiran de vuelta al norte, porque es ley de vida, sobre todo cuando se tienen niños.
Sólo quedan diez días y mucho por hacer, por despedir, por empaquetar. Paseamos por la noche como si hiciera buen tiempo, aprovechando que tenemos abuelos que vigilen a la bella durmiente. En los paseos no sólo buscamos maletas abandonadas que poder adoptar, también recorremos las calles de Somerville como hicimos en tiempo de pandemia y encierro, con nostalgia pero sin pena, porque es junio y llevo dos mangas y un abrigo...
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