lunes, 28 de enero de 2013

Corazón helado


Varada en el gélido río Charles, anhelando esos días de cálido verano que aún tardarán en volver, la barquita se yergue orgullosa sobre el embarcadero solitario; avista escarcha a babor y estribor, pero no por eso fenece, aguanta paciente, abandonada, casi estoica ante el crujir insistente del carámbano que la soporta. ¿Cómo es el invierno en Boston? Laaaaaaarrgoooo, extremadamente completo en inclemencias, persistente en vientos fríos, húmedo por fuera y seco por dentro, gélido. . . precioso. ¿Temperaturas? Muy negativas. . . abre la puerta del congelador, mete la cabeza dentro, aguarda unos cinco minutos. . . ¿ya has dejado de sentir las orejas? pues ahí tienes el clima de Boston. Eso sí, soleado hasta el extremo en que es capaz de pintarse como una postal veraniega sobre un río helado. Hay que verlo para creerlo, un río navegable, más ancho que el Guadalquivir, congelado de cabo a rabo durante días. La media de la semana pasada, 15 grados bajo cero. Y piensas, ¡la hostia, qué frío! bueno, pschá, sí que hace frío, pero llega un momento cuando pasas la barrera de los -7 grados centígrados en que hace un frío que pela y punto. Un frío que te congela los globos oculares, el líquido sinovial y hasta la sangre dentro de las venas. Te vuelves espeso y torpe, como si te faltara un hervor, y es complicado pensar o hacer cualquier tipo de movimiento coordinado un poco complejo. Aun así, aquí la gente hace una vida completamente normal (sí mama, completamente normal), y hasta hay pirados que van en bici.
Y a pesar de lo horrible que pueda parecer, el invierno en Boston tiene mucho encanto, por no mencionar lo que rejuveneces, que tienes la piel más tersa que un tambor recién afinao. Y desde luego, ese sentimiento de guisante en una bolsa del congelador tiene su lado bueno, un espectáculo como estas olas congeladas en movimiento, atrapadas en el tiempo, deteniendo el mundo y las prisas por unos días, no puede comprarse en una agencia de viajes. Me quedo con el frío, con la nieve, con el hielo, con el viento, me quedo pajarito, digo, esperando la primavera con el corazón helado.

domingo, 20 de enero de 2013

Lo que no quiero

No es que no quiera, amigo, tu admiración, no es que no quiera, amigo, ese brillo en tu mirada cuando hablamos del aquí. . . es que quiero que comprendas que el aquí no es allí, y que el allí, muchas veces, es lo que más me ha gustado. Que el allí es donde podrías pero no, y el aquí es donde haces porque puedes. Que el allí es donde lloras por la falta de "podrés", y el aquí es donde lloras porque no llegas a todo lo que podrías. No es que no quiera, amigo, tu esfuerzo por entender, ni la envidia en tus palabras cuando hablamos del dinero en el papel. No es que no quiera, amigo, comprenderte, lo que no quiero es condescender. Lo que no quiero, amigo, es creer que vivimos en un mundo paralelo donde aquí y allí son la misma cosa pero en distintas opciones. Lo que no quiero es tener una opción en este mundo paralelo y no en aquél. Lo que no quiero, amigo, es haber conquistado una tierra fértil donde nada puede sembrarse sin que brote, y que tú te hayas quedado en la tierra estéril esperando ver brotar un arco iris. Lo que no quiero, amigo, es que olvides que la mente es muy capaz de disociarse, de sentir en sintonía un pasado y dos presentes. Lo que no quiero, amigo, es que solamente en uno de los presentes estés tú, y que en el otro presente no haya más que interferencias, fotos viejas, tarjetas de embarque y muchas letras. Lo que no quiero, amigo, es que me olvides, porque entonces caeré en el limbo que aguarda entre los dos mundos, ni de aquí, ni de allí, ni de antes ni de luego, sólo ahora cayendo al vacío por un agujero infinito.

miércoles, 2 de enero de 2013

Una Navidad diferente

Para Navidades. . . ¡las del 2012! Esta será la frase estrella del recuerdo, cuando hablemos en pasado de las que han sido las mejores Navidades de mi vida. Tiene gracia que sea en tierra extranjera donde he sentido a mi familia más cerca que nunca, o será porque aquí somos otras personas, las mismas pero sin traje, sin cascarón o sin cascarilla, según el caso. Sólo hace dos días que os sentabais en este sofá, sin rendiros al jet lag por miedo a perderos algo bueno, y vaya si ha sido bueno.
De las películas saqué la idea de que en Nueva York la Navidad es mucho más Navidad. Bueno, digamos que en cuanto a decoración no hay lugar a dudas, sin desdeñar a mi querida Cortylandia, claro. . . Nueva York es más a lo grande, gigante si vas a ver: Bolas de Navidad de más de dos metros de diámetro, todos los árboles con collares de leds que alumbran la noche con sus cuentas blancas, canciones aquí y allá, gente, mucha gente. . . escaparates infinitos contando historias navideñas, la pista de hielo del Rockefeller Center, la de Central Park. . . y consumo, muuuucho consumo. No obstante, los celsius bajo cero que nos recibieron no podrían haberse abrigado mejor que con el calor de mi familia. Me quedo con la cara de mis padres, con haber sido pionera en pintarles el asombro a pesar de todo lo que han vivido. Es que América es mucha América, y por mucho que uno se imagine por los filmes, cuando se toca, quema.
Hacía muchos años que no estábamos todos juntos en Nochebuena, desde que vivía el abuelo, más de una década, y aunque no ha habido lombarda ni cordero, ¡qué ricos los scallops! Cuánto he disfrutado de teneros aquí, del jaleo, de las risas, de las comilonas, ¡¡¡¡del cocido de mi madre!!!!, del cansancio... cuánto os echo ya de menos.
Para Nochevieja ya erais hogar en esa España, yo me quedé en el año pasado viendo a Imanol y a Anne y sonándome la pena. Lo bueno, que tuve dos Felizañonuevo, y por supuesto, ¡las uvas! Ha sido raro no estar en España cuando el 2013 llegó, ha sido raro esperar seis horas para estar de nuevo en el presente, pero ha sido genial. Las White Mountains son un lugar maravilloso donde la nieve lo blanquea todo, y ese pueblecito de tejados bajos resbalando témpanos nos recibió con un sol espléndido y sólo ocho grados bajo cero. Por primera vez en mi vida me subí a unos esquís, qué sensación más fantástica, es como volar, solo que en vez de aterrizar te hostias. Kinga ha sido una profesora estupenda, el intercambio de clases de esquí por lecciones de español ha sido muy productivo, a ella le parece estupenda la palabra "obrar", para más información, consulten el diccionario, y a mí me parece maravilloso bajar surcando la nieve a toda velocidad.

Y para terminar con lecciones de cultura española a tutiplén, no podían faltar las uvas. En USA la gente no hace gran cosa por Nochevieja, algunos incluso reciben el año en el quinto sueño. Si es que no se saben divertir. . . Un tímido Happy New Year es todo lo que salió de la boca de unos que estaban a nuestro lado jugando al monopoly. Y tan panchos, siguieron comprando casas y recorriendo el tablero como si tal cosa. A dos metros, en nuestra mesa, Kinga y Bob absorbían cultura española a borbotones; una polaca y un británico luchando mano a mano por robarle suerte al 2013, al son de las campanadas de la Puerta de Sol, porque no podía ser de otra manera. Para eso está esa maravillosa red que llamamos Internet. Uvas transgénicas sin pepitas, gigantonas como todo en USA, no pude comerme más que cuatro en el tiempo que duraron las campanadas, no podía perder la ocasión de inmortalizar este momento. Además, la suerte está ahí siempre, sólo hay que saber reconocerla y luchar por ella, por eso si te quedas sentado esperando que el año nuevo te traiga algo diferente, estás equivocado. . . Piensa en lo que quieres hacer, en lo que te haría feliz, ¿ya lo tienes? Pues ahora levántate y hazlo. Feliz 2013 a todos.

P.D. Qué suerte los que aún esperáis a los Reyes Magos, aquí la Navidad ya se ha acabado :-(