jueves, 28 de febrero de 2013

Challenge 3: Bostoneros viajeros: Chicago

Un paseo por las calles de Boston dista mundos del resto de las ciudades de mi país adoptivo. La frase por excelencia que utilizan todos los europeos para referirse a esta ciudad es que es  "muy poco americana y en cambio muy europea". A ver, yo tengo que decir que europea sí, si se entiende como Nueva Inglaterra y, efectivamente, Boston tiene un aire muy familiar con nuestra vecina la Gran Bretaña, especialmente la esencia celta y cervecera, probablemente ligada a los primeros colonos ingleses e irlandeses que llegaron aquí hace siglos y a que está bañada por el mismo océano, sólo que a menores temperaturas. Por esto y por muchas otras cosas, Boston tiene ese encanto de las casitas de madera, un skyline muy discreto, nada de moles de hormigón y mucho verde que hace ya unos meses que no se quita el manto blanco.
Pero para opinar, hay que comparar, así que la familia bostonadas nos aventuramos a visitar el interior, el estado de Illinois, más concretamente, Chicago. A los pies del lago Michigan se alza esta maravillosa ciudad conocida como "la ciudad del viento", no hace falta que os explique el porqué. Allí nos esperaba Paco, en su humilde y acogedora morada vestida de Ikea, fotos y dibujos. Llegamos de noche, lloviendo, cansados después de tres horas de vuelo, pero aun así, nos ponemos a charlar y el tiempo no ha pasado desde que estudiábamos en la Complu. Es curioso cómo a veces ocurre que la gente con la que crees que no mantendrás el contacto es precisamente la que vuelves a encontrarte en el camino una y otra vez, y en cambio muchos otros que están más cerca, a veces en la misma ciudad, parece que se hubieran ido del mundo. Esta conexión extraña que se produce con algunas personas es digna de un estudio epidemiológico, pero dejémoslo en que dejar que la amistad fluya no cuesta tanto esfuerzo. ¡Encima nos ha preparado Brownie para desayunar!... ¿casero, Paco ;)? ¿qué mas se puede pedir? Pues mucho, como por ejemplo, que nos enseñe todos los rincones de esa maravillosa ciudad en la que lleva viviendo más de dos años.

Así, cámara de fotos en ristre y sin achantarnos por los diez bajo cero que nos esperan fuera, salimos a la calle a desafiar al viento chicaguense. Primera parada: la judía, esa gota de mercurio que a mí más bien me parece un eritrocito sideral se dejó caer por allí con motivo del nuevo milenio y desde entonces miles de turistas posan cada día con las caras deformadas en su reflejo, vigilados de cerca por enormes rascacielos que se dibujan como espejismos en la superficie acerada.  


Es una maravilla, arquitectónicamente hablando, Chicago es una ciudad llena de riquezas, edificios imposibles, rincones mágicos, cuna de arquitectura y arte tocada por la fortuna del gran lago Michigan, una masa de agua dulce que bien podría ser el mar de gigantesca que se antoja, con su paseo marítimo y el mismo ambiente que en la costa, y desde luego nada que envidiar a las playas de Boston.
Por empeño del azar estamos invitados a un cumpleaños en Chicago. Julia y Chad, que vivieron el color especial de Sevilla durante tres años, han vuelto a casa a echar de menos España, así que nos juntamos para cenar en un restaurante español "de tapas", bueno, o eso dicen ellos, yo tengo mis dudas. La noche fue fenomenal, y descubrimos que Chicago es distinto de Boston también de noche, donde el ambiente fiestero es más pijo y las copas más baratas. Dulce ironía para los que viajamos desde una de las ciudades más caras del país; da gusto encontrar sorpresas tan agradables.

Tampoco podía faltar la visita a la emblemática Sears Tower, que ahora ha cambiado de nombre y la han bautizado Willis, pero a ella no le gusta y todo el mundo la sigue conociendo como Sears. Este edificio, más alto que el Empire State de Nueva York y que fue, durante muchos años, el edificio más alto del mundo, cuenta con unos simpáticos balcones de cristal conocidos como Skydeck, que cuelgan a 412 metros de altura en el piso 103, donde llegas en ascensor cagando leches y desde donde se pueden ver cuatro estados. Como todo en América, enorme. Es indescriptible, sólamente puedo decir que subirse a ese balcón es una experiencia única, no sé si religiosa pero agnóstica desde luego no, y que a nadie le deja indiferente sobrevolar una ciudad como Chicago al atardecer (abstenerse personas con vértigo).
Y para poner la guinda a este magnífico viaje, el último día amanece agitando la mano con fuerza, dando lugar a ese viento que le ha costado el apellido a la Ciudad del Viento. Pero a los bostoneros viajeros no se nos acongoja con una brisa fresca, así que nos pasamos el día recorriendo el instituto de arte de Chicago, donde se esconden obras maestras de Picasso y Van Gogh entre otros. Desde luego esta ciudad no está hecha para perdérsela...
Ya de vuelta en Boston y agradeciendo a Paco su hospitalidad, bostonadas se despide hasta el próximo destino: Seattle, Estado de Washington, USA.

P.D. Para Carol, que me retó a pasear por las calles de Boston. Espero haberte paseado bien por la majestuosa arquitectura de Chicago, aunque como arquitecta, debes peregrinar hasta allí al menos una vez en tu vida.

sábado, 9 de febrero de 2013

Challenge 2: En Boston vi aquello que sale en las películas...

En Boston vi aquello que sale en las películas...  ¡¡¡El día de mañana!!! una ciudad enterrada bajo la nieve.
Jueves 7 de febrero, los periódicos anuncian en portada la inminente tormenta, adjuntan fotos de archivo al titular: ¿estás preparado para esto? En las fotos, la nieve se alza sobre las cabezas de unos cuantos señores abrigados hasta las cejas. Avisan de que el viernes llega un "blizzard" o "tormenta de nieve que te cagas". . . se declara el estado de alerta: "Snow Day". Esto implica que se cerrarán los colegios, que cortarán el metro y el tren a eso de las 3.30 pm, que las carreteras se quedarán desiertas, que el fin del mundo se avecina y que hemos de comprar provisiones y estar preparados. La frase más escuchada es: "comprad agua". Y yo con la nevera vacía... desde que se fueron mis padres esto no ha vuelto a ser lo mismo. Así que me salto mi clase de Zumba del jueves por la tarde para ir al super, como todos los demás habitantes de la ciudad, por lo visto, porque al llegar allí la situación es dantesca. Aquello parece un hospital robao: hojas en los estantes donde antes había verduras, fruta arrasada, embutido menguado, colas infinitas para pagar. . . en mi vida había visto tanta vida en el super. Todos llevan garrafas de agua, artículos de primera necesidad (véase pizzas, salsa barbacoa y galletas tamaño pizza). En fin, todo eso que ves en las películas que no son exageraciones del guión sino que viene con el americano de serie.
El viernes por la mañana me despierto nerviosa, como si vinieran los Reyes (los magos, no Juancar y Sofi), el cielo está cabreadísimo, gris opaco, pero todo parece tranquilo. La calle se me antoja desierta, no hay niños esperando el bus, apenas tráfico. . . aumentan mis expectativas. Me paso el día metida en cultivos celulares donde no hay ventanas, y cuando salgo, a eso de las 3 de la tarde, la tormenta ha hecho aparición tímidamente. Nieva hacia todos lados, es mi sensación al mirar por la venta, pero cuando salgo a la calle compruebo que lo que hace es un viento vendaval, que si te descuidas te lleva a Canadá sin pasar por la aduana. Apresurémonos en llegar a casa, eso sí, disfrutando de este evento meteorológico.
 A partir de ese momento, a cada hora unos milímetros más. Hacemos marcas imaginarias en la valla del vecino, como las que hacía mi madre en los baldosines de la cocina para ver lo que habíamos crecido. Pues la nieve crece precisa y terca, cubriéndolo todo con su manto blanco. No para de nevar en toda la noche, con una rabia inusual y determinada. A la mañana siguiente. . . es ¡¡el día de mañana!!. 
Los coches están enterrados literalmente bajo la nieve. El paso de los quitanieves no mejora la situación de las aceras, que se han convertido en pequeñas estaciones de esquí improvisadas. Todos se apresuran, armados de pala y paciencia, a quitar toda esa nieve inconveniente de sus vidas. Ver para creer, si esto pasa en España, estamos un mes incomunicados y muchos perecerían intentando mover el coche a lo bestia.

Idefix y el Husky están como yo, ¡encantados de la vida! Se lo cuentan al oído para que no les oigan los que palean sin descanso la fucking white shit (esa puta mierda blanca que decía el argentino en Toronto).
 A mí me pasa igual que a ellos, armada de cámara y sonrisas he salido a ver qué tenía de cierto el fin del mundo. Montañas de nieve que algunos han utilizado a modo de terraplén para deslizarse con tablas, los niños encantados rebozándose por la nieve como si fuera confeti (pero más barato), los comercios cerrados y escondidos tras barricadas de polvo blanco inmaculado. Sigue nevando y no queda más remedio que seguir achicando copos, si no, es probable que pronto no sepan dónde se esconde su coche, o su bici, o la abuela (que también cargan con palas las jodías). 

Disfrutar un ratito está bien, pero yo, como Idefix, me voy a casa a verlo desde la ventana calentita, que el fin del mundo está bien pero para un rato. 

P.D. Para Covi que vio tantas cosas bonitas en Boston, y que se perdió tantas otras. Tendrás que volver en invierno ;)


lunes, 4 de febrero de 2013

Challenge 1: Tengo las neuronas interconectadas con mi culo

"Tengo las neuronas interconectadas con  mi culo". . . eso debió de pensar Bárcenas cuando abrió el País para encontrar su propia letra escaneada a todo color desgranando con pelos y señales, o más bien con nombres e iniciales, toda la negrura espesa de los ya famosos sobres. En fin, gracias a esa población neuronal escasa de la gentuza que gobierna ese nuestro país, podemos ratificar que, efectivamente, nos lidera una panda de ladrones pijos y desalmados que son capaces de sacar la tijera cuando se trata de pensiones, educación, sanidad pública, investigación o empleo, pero nunca cuando se trata de echarse al bolsillo un dinero que no se han ganado ni lo harán nunca honradamente. Ah sí, la honradez, ese término que en los colegios privados no se estudia, total, para qué, si tener conciencia es de pobres. Si nunca vas a tener que ganarte el pan, nunca vas a necesitar matarte a estudiar, ni escribir un currículo, ni aprender un oficio, ni saber diferenciar la lejía del amoniaco, ¿qué más da el color del dinero con el que pagas tu Mercedes? Eso sí, no vengas a dar lecciones de moral, ni a reírte de los padres de familia que hacen cola desde las siete de la mañana en la puerta del INEM, no vengas a insultarnos con tu política de patio de colegio, que consiste más en el "yo no he sido" y en el "es que el otro lo hace más" que en el propósito de erradicar esta crisis sobre la que cabalgamos, o más bien, nos cabalga, desde hace ya más de cinco años.
Todo este escándalo, visto desde USA, parece sacado de una peli de Al Capone, sólo que con menos elegancia. Desde luego ese guiño de ojo de principiante que se gasta el pelele para mentir abiertamente a la nación, no tiene desperdicio. Así como tampoco pasa desapercibido que mientras apartan el pan de las bocas de muchas familias, ellos se gastan miles de euros en confeti para una fiesta. ¿En serio? ¿en confeti? confeti me hacía yo con las entrañas de más de uno, que aquí lo que sobran son ponedores de manos. Hay que joderse los derechos que tienen estos de la gaviota, ¿qué más hace falta para que dejen de votarlos? Bueno claro, que insisto en que la sensatez, así como la honradez, no se estudian por lo privado. Si esto fuera una novela, el argumento me parecería malo a rabiar, ni si quiera de panfletillo, pero por desgracia, es la realidad en la que vivimos, o mejor dicho, en la que vivís, porque por mucho que me indigne, yo no dependo de España más que moral y sentimentalmente. Aun así, me parece demencial que Hacienda deje tiritando la cuenta de un pobre chico que se compró un piso con la persona equivocada, que sus doce horas diarias trabajadas vayan íntegras a formar parte de las arcas del estado, y que en cambio una rubia mechada de bote de Pozuelo tenga las santas narices de decir que el mejor momento del día es cuando ve cómo visten a sus hijos. En estos momentos es cuando uno echa en falta, no sé, una licencia de armas, como bien diría una tuitera rojilla bastante famosa.
Desde Boston, haciendo repaso de la situación tristísima que vive España, una madrileña indignada.

P.D. Para Beación Grifis-Salander. . . 

viernes, 1 de febrero de 2013

Bostoning

Brainstorm: propongo que me escribáis una frase y prometo hacer un post que comience con ella... Challenge acepted!