sábado, 28 de marzo de 2015

El anónimo


En el buzón, agazapado, perdido en la oscuridad, esta mañana encontré un sobre negro con enormes letras rojas, dentro, una bofetada gélida y espeluznante... "He secuestrado a la primavera, me he comido todas sus flores y las he nevado encima para que no vuelvan a crecer. Es más, he llovido fuerte, y luego flojo, haciéndoos creer que esos ríos de nieve derretida drenarían lo que quedaba de mí. Pero oh, infelices, me pienso quedar en vuestros jardines y helar vuestros corazones; me sentaré en el alféizar de vuestras selladas ventanas, y soplaré y soplaré, y volaré vuestros peinados y pondré vuestros paraguas del revés. Me acurrucaré en vuestras bicicletas para que las encontréis frías y agarrotadas, y soplaré en todas direcciones menos a favor de vuestras pedaladas. 
Y mientras, vuestra querida primavera llora sola en un rincón, se lamenta porque ha sido ingenua y confiada, y es que de verdad pensaba que pactaría su libertad hacia finales de marzo. Aaaaaay tontona, mira que te lo crees todo, ¿no ves que en Boston no te esperan hasta junio? Total, no lo van a notar, ahora yo pongo -1 donde antes ponía -20 y es tal la diferencia que se van a tener que poner el abrigo de entretiempo".
El sobre incluía un cacho de arco iris, pétalos pochos y una torrija, para confirmar la veracidad y autenticidad del anónimo.
 
Querido invierno:

Sé que eres tú, y no me engañas con tus tretas, a los demás puedes engañarlos, pero yo vengo de tierras cálidas y a mí no me la pegas. Hace tiempo que los días se han ido alargando, y aunque es verdad que año de nieves, año de bienes, este año no hemos visto a la cigüeña ni por san Blas ni hostias. No se veía un carajo porque estaba todo hasta arriba de nieve. Cayó toda como de golpe, como con mala leche, y luego se fue requedando y cayendo un poquito más cada día como el que no quiere la cosa. Así que con la tontería nos plantamos en dos metros de nieve y batimos el récord histórico del invierno más nevado. ¿Te damos un premio, o qué? Menudo morro que tienes, que encima de que acogimos la nieve con gozo y hasta la esquiamos en varias ocasiones, luego has ido incluso estropeando el tiempo de esquí con tus heladas y tus vientos de los cojones. Mira, a mí que nieve, plin, pero el viento es un golpe bajo y traicionero. Una cosa es que pongas el sol ese de atrezo, que más que darte color te lo quita, y lo riegues con tus 18 bajo cero, y otra muy distinta es que nos ataques con unas ráfagas de viento de más de 40 km/hora, que cualquier día me subo en una y llego a cenar a casa de mi madre. 
En el fondo eres un triste, que lo quieres acaparar todo y no puede ser. Tú ya has tenido tus 5 meses de gloria, así que libera a la primavera o tendremos que irnos todos a Florida. ¿Pero qué más te da? ella sale gradualmente, pasando de los cero grados por lo menos... si es que tampoco pedimos mucho, que nos vale con 10 o 12 graditos, lo justo para ponernos las chanclas y los calcetines. Además ahora tendrás mucho lío con llover en Sevilla estos días, que sabemos que te produce un placer inexplicable. Pues eso, que lo siento mucho pero que aquí ya no eres bienvenido. Te tenemos calado y sabemos dónde encontrarte... así que ¡si me queréis, irse!

PD. Gracias por la torrija, pero también puedes metértela por el culo.

martes, 3 de marzo de 2015

Baby Shower

Literamente ¨la ducha del bebé¨. Esto, que suena a cotidiano y normal, no lo es tanto cuando os diga que el bebé estaba aún en el útero de su madre. La llamada ¨baby shower¨se realiza en torno a dos meses antes de la fecha del parto y consiste, básicamente, en duchar al bebé y a la futura mamá con montones de regalos. Hasta ahí bien, al fin y al cabo en España hacemos más o menos lo mismo ya sea poco antes o después del alumbramiento. La diferencia es que esto es una fiesta en toda regla, con platos y vasos de cartón decorados con temática de bebé, farolillos, pancartas, aperitivos y toda la pesca.
En realidad, bien pensado, me parece que a las recién paridas les apetece un culo tener la casa llena de gente cada dos por tres, y encima tener que sacar algo de picar a las visitas que, a menudo, no ven el momento de irse. Supongo que a los padres primerizos ya se les viene el mundo lo suficientemente encima como para tener que ajustar los horarios del recién llegado a todas las visitas que están deseando conocerlo. Por tanto, y aunque eso no quita para que después la gente conozca al bebé (eso sí, cuando ya tiene meses), es mejor preparar la fiesta cuando la madre aún está descansada y con humor para disfrutarla. La parte que menos me gusta de este evento es que es sólo para mujeres, como si fuera una despedida de soltera. En realidad, es como que te despides de la vida sin hijos, que si vas a ver, es un cambio bastante más radical que el de casarse y mucho menos indeleble. Lo que pasa es que bueno, igual el padre también ha puesto algo de su parte el hombre, y tampoco me parece bien esa regla sexista y excluyente que deja fuera a la mitad de la unidad parental.
No obstante, la baby shower de Kinga fue muy diferente. Normalmente, las encargadas de preparar esta fiesta son las amigas. Sin embargo, Kinga es polaca y su marido británico, y son tan extranjeros en Boston como yo, por ello son parte de mi familia bostoniana. Ally, que aparte de lab manager es un amor y muchas otras cosas que la convierten en una de las americanas más majas que conozco, me propuso que le organizásemos su ¨baby shower¨y que asistiésemos todo el laboratorio, en masculino y femenino, sin márgenes e incluyendo al padre del vástago.

Frente a mi condición de novata en estos menesteres, mi cometido consistió básicamente en recolectar dinero y comprar los regalos. Ally preparó todos los juegos y demás acciones que convirtieron esa tarde en un día inolvidable para todos, pero sobre todo para Kinga.
Comenzamos escribiendo consejos para ser buenos padres en una hoja de papel, todos revueltos y a Kinga le toca averiguar quién ha escrito qué. Con rotuladores para pintar en tela estuvimos decorando  pijamitas y calcetines con los motivos más variopintos, unos mejor que otros... pero todos desde el cariño. La mejor parte vino cuando tuvimos que medirnos alrededor de la cintura con un cordel y tratar de adivinar el diámetro del bombo de Kinga, que la pobre no sabía donde meterse cuando descubrió que todos la sobreestimamos pasándonos por mucho del tamaño justo.
Y lo más útil, los mensajes en los pañales. Esos que se cambian cada dos horas durante las primeras semanas del bebé y que uno acaba hasta el gorro de poner y quitar. Escribimos mensajes de ánimo para que los encuentren los cansados padres a las 3 de la mañana de algún momento dentro de un par de meses y se echen una sonrisa a nuestra salud.
También hubo concurso de poner pañales, arrullo, gomas en el pelo y dar el biberón, haciendo relevos entre el padre y la madre. Los oponentes, dos compañeros que han tenido bebés hace poco y que están ahora en pleno auge pañalil.
Lo más grotesco, unos hielos con bebés diminutos dentro que se echan en la bebida y que, cuando se derriten, dejan un bebé flotando en Coca-Cola a la vez que el portador del vaso anuncia ¨my water broke ¨(he roto aguas¨). Señores, esto es América, los efectos especiales son su máxima, y desde luego que cada vez me reconozco más equivocada ante la idea desfasada de que las películas lo exageran todo. Una vez más, la realidad supera a la ficción. Eso sí, Ally, que ya sabe que a veces es fácil herir la sensibilidad de los europeos, sustituyó los mini-bebés por ositos de gominola, porque hubiera sido demasiado gore comerte a tu propio feto, eso creo que no está bien visto ni en la cienciología.