lunes, 27 de septiembre de 2021

Ya estamos todos

Fuimos dejándonos caer poquito a poco, como para no abusar de la alegría que se asomaba ya desbordando, como sin querer bebernos toda el agua del botijo después de haber pasado un año y medio en el desierto. Al final, nos tiramos por la borda.

Se llega tarde, a las fiestas españolas se llega tarde, y punto. Eso lo sabe todo el mundo, estemos en España o no, nos gusta retrasar el pistoletazo de salida y arrastrar la meta hasta que va cayendo el sol y no queda más remedio que marcharse. Las bocas de todos hablando a la vez, sin velos, sin pantallas. Las risas de todos sonando a la vez, en pequeños grupos, en conversaciones cruzadas. ¡Ay, las conversaciones cruzadas! hacía tanto que no serpenteaban voces esquivándose a la deriva que ya nos habíamos empezado a acostumbrar a hablar bajito. Achaques de pandemia, nos bajó dos tonos de voz y de ganas. A algunos más, a otros menos, a muchos les silenciaron del todo.

Fueron llegando unos en coche, otros en bici, otros andando... Entraban con la determinación de quien estuvo aquí ayer... pero eso fue antes de la pandemia, hace mucho tiempo amargo. No teníamos expectativas, sólo ganas, y fuimos dibujando el día con ratitos nuestros y mucha paciencia. Volvimos a confundir los vasos y a arreglar el mundo con una cerveza fría en la mano. Pero no el mundo de afuera, ése nos da más igual, sino el mundo que nos rodea y nos desprotege aquí adentro. Ese mundo que lleva año y medio girando tan lento que hasta a Teresa se le ha ralentizado el líquido cefalorraquídeo. Necesitamos fronteras abiertas para poder cruzarlas, para tender la mano y que lleguen abuelos, padres, hermanos, tíos y primos, que vengan a dar el tostón de una puñetera vez. 

Nos hemos ido expandiendo con los años, a cada pareja le han ido saliendo esquejes, y los milenials ya hasta caminan y piden comida en el plato. Todos menos el recién llegado, que con tres vueltas de luna apenas ha tenido tiempo para los placeres humanos. El pequeño heavy llega flotando en su cuco, su telón de pajaritos acompasa los redobles, llevábamos mucho tiempo esperando, todos queremos verlo aunque no podamos tocarlo. Esperaremos pacientes a su sistema inmune madurando, como una coraza de pétalos que se van desarrugando, como un traje de volantes que se irá desparramando. Como un haz de luz que se proyecta agrandando nuestras sombras, dejando vacías las noches que tanto consuelo han robado. Y saltándose el protocolo de no haber sido invitado, Erik se trajo su prisa y su birra debajo del brazo. Celebramos los 37 de Dani, los 36 los saltamos, dijimos adiós al verano con los besos enfadados. Pero ahora ya estamos todos, y volvemos a tocarnos, y los niños juegan juntos sin turnos y sin recatos. Saca la tarta, sopla las velas, dame un abrazo, y vamos a celebrar juntos que lo peor ya ha pasado.