sábado, 12 de mayo de 2018

Hawaii, ese paraíso terrenal

Cuando Mecano cantaba "Hawaii, Bombay, son dos paraísos..." yo de hecho pensaba que esos dos sitios debían de estar cerca. Pero no, resulta que están a 20 horas de avión...
Pero claro, es que Hawaii es el lugar más aislado de toda la Tierra. Ese pequeño archipiélago en medio del Pacífico que fue tan protagonista de la Segunda Guerra Mundial es ahora un destino turístico de maduritos y maduritas, de familias adineradas con niños y de científicos que acuden a un congreso en pleno corazón de O´ahu. Honolulu me recibe atemperada, en un aeropuerto que dadas las condiciones meteorológicas han decidido dejar abierto a modo de eterna terraza veraniega. Mis pies pisan suelo hawaiano pero mi corazón se siente en Canarias. De alguna manera estas islas volcánicas me recuerdan bastante a las nuestras, sólo que mucho más caras y con más playas blancas que negras. Aquí en vez de bolso llevan tablas de surf bajo el brazo, y llegar a la playa es un paseo laberíntico entre complejos hoteleros y tiendas de lujo. Nunca había visto un sitio igual, nos quejamos de Torrevieja, "asfaltao hasta la orillica", pero al menos el paseo marítimo se respeta. A diez metros de la orilla del Pacífico, se alzan monstruosidades de 20 pisos que arrojan sombra sobre Waikiki a eso de las cinco de la tarde. Claro que anochece a las 7, y eso hace que la gente acuda a la playa tan temprano que en España se encontrarían con que está llena de trasnochadores haciendo botellón. Curiosamente, en esta playa nunca anochece del todo, porque dos enormes focos apuntan a la orilla para que los que se alojan en los hotelazos puedan ver el mar hasta de noche, para desgracia de los jóvenes que buscan rincones oscuros y de los románticos que aún buscamos estrellas fugaces a las que pedir deseos. La verdad, nada que envidiar a nuestras playas.
Eso sí, unas gafas y un tubo son suficientes para meter la cabeza en Waikiki y encontrar peces de colores alucinantes, chiquitos, enormes, gorditos... ¡hasta de lunares! Y las aguas son tan cristalinas que puedes verte los pies y hasta los pelos de las piernas. Qué placer, qué relax, qué ganas tenía de vacaciones...
Parece mentira que fuera aquí donde empezó la Segunda Guerra Mundial. Para quien no haya visto "Pearl Harbor", es esa bahía hawaiana donde los japoneses atacaron por sorpresa a los americanos, hundiendo toda la flota estadounidense, y acabando con la vida de más de dos mil soldados, con una media de edad de 19 años, de los cuales más de la mitad sigue formando parte de la tripulación difunta del USS Arizona, que se hundió tan rápidamente que dejó atrapados los cuerpos y nunca han podido rescatarlos. Encima del barco, que puede verse desde la superficie del agua, han hecho un Memorial sobre el que no pudimos poner pie porque esa misma mañana había empezado a resquebrajarse el embarcadero... Aun así, nos empapamos de la historia de Pearl Harbor, y dando marcha atrás en la memoria histórica de lo que aprendimos hace dos años en Hiroshima, descubrimos este sitio estratégico donde los japoneses decidieron declarar la guerra a Estados Unidos de una forma un tanto grotesca. Me resulta difícil entender que un lugar tan bonito haya albergado tanto horror.
Pero Hawaii no sólo es interesante por la parte histórica que le toca, que es mucha, sino por su inmenso interés geológico. Aquí están los volcanes más activos del mundo, ¡¡¡y se pueden visitar!!! ésta es una de las razones que me hizo arrastrar a esta isla remota a Dani y a Inés, que se pegaron 14 horas de avión y 6 de diferencia horaria en aras de disfrutar de unas merecidas vacaciones en familia.
Pero cuando más confiados estábamos disfrutando de Waikiki, a dos días de coger el avión destino Big Island... ¡buuum! El volcán más activo de todo Hawaii, el Kilauea, decide que ha estado mucho tiempo dormido y que es hora de despertar, de brincar, de escupir lava... y entra en erupción con una furia que ha dejado de momento, 117 acres de tierra destruidos, más de 30 casas y amenaza con producir una explosión magnánima y magmática que tiene a todo el mundo en jaque. A pesar de que los hoteles consideran que no hay que alarmarse, que estamos a 45 millas del volcán... a mí que me llamen cagueta, pero yo no me arriesgo a llevar allí a Inés. Total, si no vamos a ver volcanes (porque yo así, tan de cerca, pues tampoco necesito verlos, gracias)... Así que procedemos con las cancelaciones pertinentes, coche de alquiler, hotel... cambios de billetes... y nos plantamos en San Francisco, que también se está calentito y de momento no amenaza con echarnos a base de ríos de lava. Prometo un próximo bostonadas en San Francisco.