miércoles, 23 de abril de 2014

The Miguel de Cervantes Anniversary Concert

Un email que casi pasaba desapercibido en el aluvión de emails ibéricos de mi bandeja de entrada. Un concierto en honor al aniversario de Miguel de Cervantes organizado por la prestigiosa escuela de música Berklee, el Instituto de la Música del Mediterráneo y el Instituto Cervantes en Boston, gratuito... un recorrido a lo largo de la historia de la música latina y española, desde el siglo XVI hasta nuestros días. Un guiño al maestro Paco de Lucía, recientemente fallecido, y al dios de la letras que nos dejó también la semana pasada, el gran Gabriel García Márquez. . . ¿qué más se podía pedir? El director del Instituto Cervantes lee un pasaje de la obra maestra "Cien años de soledad", así como el pasaje final del Quijote, en el que el hidalgo yace en su lecho de muerte, habiendo comprendido de su locura. Qué bien suena el castellano, antiguo y nuevo, encerrado en esas páginas que cobran vida y nos llevan de viaje por el mundo sin movernos del sofá. ¿Hay algo mejor que leer? si lo hay, sólo puede ser la música. Ya tuve ocasión de disfrutar de la música de Berklee latino en el nombramiento honoris causa de Alejandro Sanz, sin embargo, me ha quedado bastante claro que la genialidad no tiene límites. Se suben al escenario como si fueran artistas hartos de triunfar, con un aplomo inaudito para aquellos que en su mayoría ni si quieran tienen la edad legal para beber alcohol. Una española, Tania, abre los cielos con su violín; ese instrumento que mal tocado puede despertar deseos suicidas, y que en manos de Tania se convierte en éxtasis absoluto, pero es que además da palmas, de las acompasadas, no de las de aplaudir, que esas ya las damos nosotros henchidos de orgullo de que sea compatriota. Venezolanos, colombianos, peruanos, puertorriqueños, mexicanos, españoles... y los siento a todos igual de cerca con sus acentos variopintos. Hay una chica ciega, debe de ser que había que compensar ese otro talento de alguna manera porque no he oído en toda mi vida una voz como la suya, y ese tango argentino que es el más bonito que se haya escrito nunca: "Volveeeeeeer, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien..." y todos los pelos de mi cuerpo se ponen de punta, sólo me falta llorar. Su voz me lleva aún más lejos que la de la mismísima Estrella Morente, y no exagero cuando digo que ésta lo hace mejor. Ya en trance y con mi España envolviéndome en un arrullo infinito, aguardo expectante la actuación de "La Shica". Tanto ignoraba de su existencia que creí que lo estaban pronunciando mal los guiris, y no, que es que se llama así, La Shica, con ese acento de Ceuta, chiquitilla, con el pelo corto a lo Lisbeth Salander y con un arte que desde luego no se podía aguantar. "Va por ustedes" -proclama-, y se arranca a bailar una suerte de toreo flamenco que nos deja de una sola pieza y con ganas de retenerla en Boston para siempre. Taconea, se revuelve, pone el cuerpo del revés, como sólo los verdaderos bailaores de flamenco saben hacer. Y a la vez recita cantando, y torea, y esta chica es una máquina de producir sensaciones. Pero no lo habíamos visto todo, porque entonces se para y anuncia que va a cantar "la Bien pagá", y hay muchas formas de cantar esta canción, mire usted, muchas versiones, de ayer y de hoy, muchas voces la han interpretado... pero ninguna, ninguna, me ha hecho vibrar con la sensación de que me encontraba en algún rincón de mi España, de mi Sevilla, ninguna me ha hecho sentirme tan española y tan orgullosa de serlo, ninguna me ha hecho echar de menos España hasta rabiar de escozor.
Boleros, rancheras, tangos, salsa, cumbia... un puñado de historia que nos hace diferentes, una pequeña muestra de aquello por lo que el resto del mundo se muere de envidia, el arte, ese con el que se nace, porque por mucho que se aprenda, el artista nace, no se hace.

domingo, 20 de abril de 2014

Pascua

Final de la Semana Santa, esa que se me ha pasado sin sentir, trabajando como cualquier otro día puesto que aquí no es fiesta. A diferencia de lo que yo pensaba, que no sea fiesta no quiere decir que no se celebre, sino que este es un país laico en lo que a fiestas nacionales se refiere. Kinga ha organizado una Pascua "de sobaquillo" en la que cada uno aportará lo más típico de su tierra en estos días santos. Primero está lo de los huevos, tradición que en España no compartimos de momento, pero que puestos a adquirir todas las tradiciones foráneas, seguramente acabaremos tomándola también. Los huevos representan la fertilidad, la primavera ya asoma, sí, a pesar de la nevada del miércoles pasado el sol va cogiendo fuerza y nos calienta un poquito el ánimo, que a finales de marzo nos llevaba ya casi a rastras sobre las calles heladas y amargas de Boston. Los huevos se cuecen y luego se decoran con cera teñida de colorante alimentario, o también pueden cocerse en el agua de hervir cáscara de cebolla, para que adquieran esa coloración marrón que permitirá descubrir el blanco que yace debajo con ayuda de una cuchilla y mucho rascar.
En mi huevo se escondía Kalimero, ha salido con su cascarón en la cabeza trastabillando para ser el huevo indultado. En otros había patrones y lunares de colores, alegría, y una tradición bélica que me ha sorprendido bastante. Consiste en chocar los huevos para cascar el del adversario, y luego los ganadores luchan también entre sí. Terminada la contienda, ¡todos a comer! Supongo que es una forma brillante de hacer que los niños entren a formar parte de la Pascua y de las tradiciones que a menudo nadie entiende más allá de unos días libres. Cada vez más diversificados, esta vez nos juntamos una polaca, un británico, una brasileña, un francés, un americano judío y dos españoles ateos. Los huevos se acompañan de la típica salsa polaca "Horseradish", hecha a base de raíces con un aroma tan intenso que despeja las vías nasales más que el vicks-vaporub. La ternera es el segundo plato del menú, engalanada con sus granos de mostaza resulta un bocado bastante agradable. Scott rememora el éxodo de los israelíes de Egipto con una pasta hecha a base de manzana, canela, frutos secos y vino, que recuerda el adobe de las casas derruidas que hubieron de volverse a construir con mucho esfuerzo. A pesar del aspecto, resulta delicioso. Y también nos cuenta que en la Pascua judía los sabores de cada plato rememoran siempre un pasaje de la Biblia, siendo algunos bastante amargos para no olvidar el dolor y la pena. Me parece que tiene mucho sentido, supongo que algo parecido al ayuno de los viernes de cuaresma.  Francia presenta un pollo asado relleno de pan de trigo y aderezado con patatas, calabaza y verduras, una delicia. De España, pasando por leche con aroma a limón y canela, huevo y aceite de oliva, no pueden faltar nuestras queridas TORRIJAS, que ya he oído en varias ocasiones que en otros países, como Brasil, son típicas de Navidad. En Semana Santa, sin embargo, en Brasil lo típico es el chocolate, los huevos de chocolate, que adquieren precios desorbitados sólo por la forma. Poco más hay de tradición santa en un país harto espiritual donde, sin embargo, la presidenta es una madre divorciada. Lo que trae a colación una interesante discusión acerca de ideales políticos y religión. El peso recae contra Scott ya que nos cuesta entender por qué en un país laico como Los Estados Unidos de América, es obligatorio que el presidente practique una religión, tenga una familia ejemplar y no la líe parda como Clinton y su famoso episodio Lewinsky. Atacamos un poco la mentalidad americana en la que el ejemplo que ha de dar el presidente, nunca mejor dicho, va a misa... Es curiosa entonces la ligereza con la que empuñan un arma o firman una sentencia de muerte. Pero lo que nos deja patidifusos es el hecho de que en los estados del Sur, como en la Georgia natal de Scott, no se enseña la evolución, no se habla de evolución, y es más, evolución es una palabra prohibida. Ni si quiera en España somos tan retrógrados, y eso que la asignatura de religión ha sido prácticamente obligatoria en las escuelas públicas hasta hace dos días. Me asombra la  elocuencia con la que nos cuenta que en sus años de instituto había quien intentaba salvar su alma judía de las brasas del infierno haciéndole ver cuán necesario es tener la aprobación de Jesús... eso sí, a Dios rogando y con el mazo dando, porque todo queda perdonado y olvidado tras la confesión semanal.
Cuánto poder da el conocimiento, hoy he sido consciente de lo fácil que es manipular las mentes jóvenes que carecen de él. Obviamente la ciencia es un campo estéril en esa zona del país, donde nadie siente curiosidad o interés por aquello que desconoce. Supongo que es también el objetivo de nuestro gobierno en España, cuanto más se dosifique el conocimiento sobre algunas cosas, más controlado estará el rebaño en el futuro. Afortunadamente, en nuestras casas, o al menos en la mía, se practica la curiosidad como algo sano a lo que contestar con hechos creíbles y probados, no sólo con la fe, que a mí hace ya mucho que no me satisface en sus respuestas.Y aun así se respeta el hecho de que el vecino haga lo propio, porque cada uno es libre de pensar o creer lo que le dé la gana. Descubrimos entonces que en el Reino Unido un primer ministro no puede ser católico, está terminantemente prohibido. Y bueno, tiene cierta lógica, porque entonces las leyes a menudo, se erigen basadas en la religión, como ocurre en España; a la ley del aborto me remito, ¿cuál es el argumento más loable? el de acabar con una vida humana. O a la del matrimonio homosexual, donde el término matrimonio parece tener connotaciones religiosas que no pueden regalarse a lo que es aberrante por naturaleza, como dos personas del mismo sexo que quieren compartir su vida.
Me gustan las tertulias internacionales porque aprendo más del mundo que en todas las clases de historia que haya recibido en mi vida. Porque no hay nada como saber las cosas de primera mano, como encontrarse con opiniones contrarias y tener que defender la tuya para darte cuenta de que al final, lo que nos hace diferentes también nos enriquece. Me quedo con los sabores del mundo que aún puedo paladear, y con historias que compartir con los que no habéis tenido la suerte de sentaros hoy conmigo a la mesa.

domingo, 6 de abril de 2014

Eso que trajimos en los bolsillos

Nos llenamos los bolsillos de esperanza, de ganas de construir, de sueños por cumplir, de todo por hacer. . . Pesaban tanto que pagamos el extra por exceso de equipaje, sobrepeso desmesurado para lo austero del viaje que emprendíamos. El frío congeló el recuerdo desde el principio, dejando unas gafas amables que sólo nos permitían mirar hacia adelante. Seguían pesando los sueños, pero ya menos, achicados por el conocimiento de lo cierto y lo engañoso, lo que desde lejos brilla y de cerca es sólo cuarzo tallado por la erosión. Es más pequeño el infinito de lo que pensamos, es más ligero el olvido que la esperanza, aunque no lo parezca. Y sin embargo, cuando menos te lo esperas, descubres un pequeño agujero entre las costuras, esos por donde siempre se te escapan las monedas. Se va el dinero también, porque el dinero tiene esa facilidad para marcharse. Coso mis bolsillos rotos con unos hilos que me ha prestado la dicha, los dichosos hilos contentos de color verde, el de la esperanza, que sigue presa en la entretela y actúa como lastre empeñada en aliarse con las fuerzas gravitatorias. Me paro a veces a coger aliento, sobre todo cuando llueve, porque es entonces cuando más me cuesta recordar cómo era el sol, cómo era eso que brillaba siempre aunque fuera de mentira, hasta la madera brilla allá donde yo nací. Trola, es todo trola, que lo que brilla siempre es cuarzo, a veces alambre, y casi siempre una gota de agua de nada, un troyano, un trocito que se cayó del descosido bolsillo de otro. Me apresuro a recogerlo porque a menudo los céntimos vienen cargados de chispas, sobre todo cuando están de cara y no está Franco, hay otro tío, o no hay nadie, hay construcciones de esas que otros trajeron plegadas en un papel finito en el bolsillo de otro tiempo, del tiempo donde la queja tenía fundamento y sin embargo se ausentaba casi siempre. Miro en un libro gordo cómo era ese tiempo, cómo es que si está todo ahí escrito volvemos a caer una y otra vez en las mismas vicisitudes. Será la condición humana que también trajimos haciendo bulto, más que las otras cosas y siendo ésta una puñetera cualidad defectuosa que nos lleva a escoger mal a la hora de hacer el equipaje. Escoge tu tiempo, las vivencias y todo eso, lo otro, lo que cabe en los bolsillos y que se va cayendo por el camino, eso ya viene solo, y al igual que viene, también se va, y se olvida, y vuelves a coserte el roto para poder empezar de nuevo la historia de la humanidad.