martes, 30 de noviembre de 2021

Grande, Almudena

Te has ido dejando vacías las páginas, un anhelo eterno que ya nunca encontrará consuelo. Te has ido sin avisar, con todo a medias, dejando todas esas palabras perdidas en las sombras, traicionadas por la premura con que te marchaste. Nadie escribe como tú, nadie toca el corazón y lo arrulla con palabras de siempre que sólo en tus frases magistrales adquieren tintes poéticos. Nadie nunca podrá llenar este vacío. Desde que me enteré no me abandona la tristeza y la rabia, no me acostumbro a la idea de que ya nunca saldrá un nuevo libro de Almudena Grandes. 

Fuiste la primera mujer novelista que me zarandeó con "Malena es un nombre de tango", después vinieron "Atlas de geografía humana" y "Los aires difíciles", que recientemente he releído y me han vuelto a enamorar. "El corazón helado" se yergue orgullosa en el TOP de mis novelas favoritas, y tenía poco más de 20 años cuando lo leí. Aún recuerdo la pasión y la rabia que me despertaron aquellas páginas. Los "episodios de una guerra interminable" vinieron muchos años más tarde a mostrarme el mundo... A través de tus novelas he aprendido más historia de España que en mis clases de BUP. Tus personajes me despertaron una curiosidad por el PCE que había pasado de largo por mi adolescencia estudiando en el Instituto Dolores Ibárruri. Así de ignorante era yo a los dieciséis. 

El "Mercado de Barceló" me hizo consciente de lo importante que es vivir despacio, observar el mundo con los ojos de un recién llegado. Releyendo mis Bostonadas me he dado cuenta de que eso también se ha perdido ya. Las primeras impresiones y la capacidad de sorprenderme cada vez van menguando más aprisa. Sigo tratando de no perderme. Has dejado la colección incompleta, me quedaba tanto por aprender. Sobre todo lamento no haber ido nunca a la feria del libro a pagarte tributo. Vivir en Boston tiene esas desventajas, las cosas importantes pierden lustre y se decoloran hasta volverse monocromáticas. Me alegro, en cambio, de que aquel estudiante pasara por allí para convencerte de que recopilaras tus artículos de opinión en una última obra que no podía llamarse de otra manera: "La herida perpetua", ésa que has dejado en todos tus lectores, ésa que no sanará por mucho que vengan autores noveles, premios Planeta y todos los Nobel de literatura del futuro. La herida perpetua supurará tristeza que manará a borbotones durante mucho tiempo. La herida perpetua será ese lugar donde refugiarse cuando tenga sed de palabras hermosas, cuando mi intelecto perdido en este otro idioma llore por sus raíces de castellano bien hablado. Tus novelas serán un lugar donde resguardarme del frío, del climático y del humano, serán una fuente inagotable de conocimiento, porque al leerlas a diferentes edades siempre descubro lugares que había pasado por alto. Tus novelas serán siempre mis "estaciones de paso".

Adiós, maestra, diosa de las letras, qué legado dejas y cuánto te faltaba por contar. Sueño con que alguien revuelva en tus cajones y exhume otros personajes de la oscuridad de tu recuerdo. No quiero hacerme a la idea de que te has marchado para siempre. Prefiero pensar que cada vez que te relea volverás en otras formas, me darás aliento y argumentos, y será como si nunca te hubieras marchado.   


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