

Dentro del camión, los bomberos preparados para la acción, con esos sombreros que tantas veces hemos visto en las pelis, y que siembran en mi mente, ahora incrédula, grandes dudas acerca de su utilidad. Cuando tomo la foto, sonríen y muestran sus pulgares hacia arriba (lástima que la cámara de mi móvil no tenga suficiente resolución para este momento histórico): y pienso ¡que vivan los bomberos! (este pequeño guiño va por tí, Luli). Estas maravillosas personas que se juegan la vida en tantas ocasiones. Aquí supongo, puesto que están un poco más concienciados con la naturaleza, que no se dedican a quemar los bosques en verano, como ocurre en Galicia y en otras zonas maravillosas de nuestro país, donde cada año miles de hectáreas de vida mueren pasto de las llamas. Aquí además hay muchos parques de bomberos, en pocos kilómetros a la redonda desde mi casa ya he visto dos, o sea que imagino que la frecuencia es bastante más elevada que en España. Para estas cosas los americanos son muy americanos, y la seguridad es lo primero. Me asomo para cotillear un poco la razón de tanto revuelo, no veo llamas por ninguna parte ni gato hastiado subido a un árbol. Para mi gran decepción, yo que esperaba ver lenguas de fuego chamuscando los pies de dios, y no veo más que un bombero en el porche de una casa. Creo que alguien se ha dejado las llaves puestas por dentro. . . ¡Vivan los bomberos!
jajajajajajaaaaaa.... america is different!!
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