domingo, 5 de febrero de 2012

Paella 3.0

No tuve el placer de degustar las versiones anteriores, pero ésta sabe a España, a risas, a vino tinto . . . sabe a Mediterráneo. No importa que el arroz se haya pasado por esa costumbre tan nuestra de llegar tarde a las citas, ni que tuviera un color cetrino por falta de colorante, tampoco que fuese servida sobre platos de cartón floreados, o que haya viajado a lomos de tenedores de plástico . . . lo importante es que en el número 12 de Whipple Street, hoy se ha improvisado un pedazo de España y algo de Europa; componentes a la palestra: cuatro catalanes, tres madrileñas, una alemana, un italiano, un gallego y un medio-ruso, compartiendo una paella y el placer de la compañía. De fondo, la Superbowl, donde los Patriots de Boston van perdiendo contra los Giants de New York. El ambiente en las calles de Boston me recuerda a los partidos Madrid-Barça, barullo de tráfico, ir y venir de coches durante toda la mañana . . . y a la hora punta: sólo vacío, todos en casa frente al televisor, o en un bar, claro, ¡faltaría más! Los americanos, como son mucho más exagerados para todo, en lugar de una discreta bandera o bufanda del equipo, colocan este tipo de genialidades en la fachada, de las que tengo que decir que soy muy fan...
Y aunque en el fondo no entendemos por qué un montón de tíos fondones se echan al suelo unos sobre otros y se hacen placajes que a mí me dejarían moratones de por vida, no tiene desperdicio el despliegue de medios que conlleva este evento que tan famoso se ha hecho gracias a los Simpson. Primero salen dos a cantar una canción que no es el himno de EEUU, pero que les causa el mismo efecto Candy-Candy de ojos temblorosos a punto de derramarse. Luego dan paso a un coro de niños cantores tipo High School Musical en versión beata y es entonces cuando comprendes que en las películas no exageran ni un pelo! Después del primer tiempo, llega un miniconcierto de una Madonna entrada en años y poco ensayada. Subida a unos tacones de infarto que apenas pueden mantenerla en pie. Aparece disfrazada de una suerte de caballero de Zodíaco y se marca un baile tipo gallina clueca rodeada de los 300 de la peli, pero éstos en versión rapera. Estamos de acuerdo en que hemos visto galas de Nochevieja en la 1 con más glamour... así que no podemos comprender por qué todo el mundo parece fascinado por tremenda ordinariez. Aun así, seguimos disfrutando de una tarde de Superbowl porque para eso estamos en USA y porque de algo habrá que hablar mañana a la hora del café. 
Amenizan la velada los acordes del banjo de Fito y las notas que se escapan de la flauta de Alejandro. Una especie de concentración celta en West Side Story. Después de una tarde de risas, cabeceando a una frecuencia ligeramente elevada para ser sólo las 9.30 de la noche, decidimos poner punto y aparte a la paella 3.0. Mi conclusión es que al final, da igual dónde estés, lo que comas, o el tema de conversación, lo verdaderamente importante es la compañía, y yo he tenido la suerte de encontrar mi cachito de España en pleno corazón de Boston. ¡Qué razón tenías Carol!

1 comentario:

  1. ;D ...me alegro q todo vaya genial!!!....
    Pídele a Dani la receta del "arroz a la Candelaría" para la versión 4.0...jajaja!!!
    Muchos besos!!!, Carol

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