sábado, 1 de febrero de 2014

Raíces


¿Dónde se anclan nuestras raíces? Es difícil cuestionar que hayan de empezar o terminar en un sitio que no sea España, que no sea el país en el que nacimos, en el que nos criamos con la certidumbre de que viviríamos en él para siempre. Es complicado que otros entiendan por qué lo cuestionamos... Dominique me ha enseñado algo importante, y es que las raíces no se limitan a aquel país en el que nacimos, sino a todos esos lugares en los que vivimos alguna parte de nuestras vidas. Para él, un inglés de padre alemán y madre francesa, resulta que sus raíces se reparten por debajo de la tierra abarcando todos esos lugares, y ahora también Nueva York, Boston y cada uno de esos sitios en los que ha vivido en algún momento entremedias. Liliana, sin embargo, aboga por volver a Oporto. Después de cinco años en Boston la distancia adquiere cierta pendiente hacia arriba; volver a casa vuelve a ser eso, volver a casa, a pesar de que durante años el vuelo a casa era en el otro sentido. Pero ser madre ha cambiado esa ruta sin contemplaciones, y la soledad se ha hecho mucho más presente a este lado del mar. Y aun así, reconoce que una parte de su corazón pertenece a estas tierras, el tanto vivido se intensifica en el recuerdo hasta hacerse con un hueco considerable... al fin y al cabo ha traído al mundo a una pequeña americana.
Para mí, que tardé casi 30 años en salir de Madrid, o mejor, de Humanes, es todavía más intensa la sensación de enajenamiento. Ese interior que se agranda y que engloba otras cosas, nuevas siempre, distintas siempre, y que hace que tu visión del mundo se extienda y se estire, y nunca se vea limitada. Resulta muy difícil de explicar para quien no ha tenido nunca esta sensación, resulta que hoy he empezado a entender por qué Boston ya forma parte de mis raíces, al igual que Sevilla, y aunque no con tanta intensidad como mi ciudad natal, estas dos ciudades han aportado mucho a la persona que soy ahora. Y otras veces, cuando pienso no es el lugar sino el cómo, las personas con las que compartes experiencias, mis padres, mis hermanos, mis amigos de aquí y de allí, mi pareja, todos ellos han ido haciendo pedacitos de una historia que ha ido cambiando con las circunstancias. En los últimos tiempos he tenido que aprender algunas cosas casi a marchas forzadas, pero ese conocimiento me ha dado ahora esta paz, y he aprendido que es mejor equivocarse que nunca actuar. He recorrido caminos que muchos pudieron juzgar de equivocados, y hoy, desde el otro lado de las consecuencias, comprendo que si no los hubiera tomado, me habría perdido mi vida, me habría perdido quién soy en realidad, me habría quedado viviendo en una piel que sólo habitaba por costumbre. Pero lo peor es que me habría quedado sin saber lo que puedo dar de mí misma, incluso a pesar de mí. Habría sido feliz, sin duda, porque el que no conoce algo tampoco puede añorar su falta, y apenas puede comprender que otros lo busquen. Por otro lado, tampoco tengo intención de volver a ser una persona diferente, me costó mucho hacerme a puntadas cortas y apretadas, superar los miedos y la barrera de la costumbre, analizarme el alma y ver que no era como otros la veían, y sobre todo me costó aceptarlo. Luché contra sueños rotos cuyos pedazos me desgarraban desde adentro, y contra la ira de aquellos jueces que se atrincheraban en la rabia con los ojos cerrados y las manos en los oídos. Afortunadamente, he aprendido y ahora sé que no es malo el cambio, que no es malo ser diferente, que lo malo, en realidad, es ser lo que no deseas, aunque no lo sepas, lo malo es no querer averiguarlo siquiera. Por eso ya no tengo miedo, he superado la pena y la decepción, he aprendido a valorar los regalos de esta tierra a veces demasiado gélida, y a no dejar de sorprenderme a pesar de todo. He aprendido que de todo se aprende y que no es necesario que otros lo entiendan, pero sobre todo, he aprendido a aceptar lo que venga, incluso cuando viene desde adentro. ¿Dónde se anclan mis raíces? En lo más profundo de mí, donde nacen las decisiones y la pasión, la duda y las risas, donde residen  los sentimientos y cada pensamiento que genero. Mis raíces se anclan en lugares inamovibles, pero ilimitados, donde siempre hay sitio para evolucionar hacia una nueva persona, la misma, pero más completa.

PD. Para mi Rosi, ella ya sabe por qué.

1 comentario:

  1. las raíces parecen estáticas, pero si las nutres (lugares, personas, experiencias...) crecen y se enriquecen. I miss u!!!muak!!!T.L.

    ResponderEliminar