miércoles, 30 de mayo de 2012

Peluquerías

Córteme la melenita, me dijo mi mamaíta... y cantando el tico tico, le cortaron hasta el pico. Que parece que te han pelaoooo los borricos a bocaaaos. (¡¡Qué grande Gloria!!!) Allá donde las cabezas salen esquiladas, donde termina el día para muchos mechones rubios, allá donde los colores se salen del círculo cromático, donde las capas son para envolver lo que no puede adornarse... pongamos que hablo de una peluquería americana. Puede parecer superficial, un estereotipo mal defendido, una exageración de los europeos que presumimos de clase y estilo dudoso a veces... Pero no, los americanos pasan de su pelo bastante más que de su peso. Y punto. Hay cabezas como escarolas, albinez elevada a la enésima potencia, hay melenas de colores imposibles... Pero pocas, muy pocas, bien cortadas o peinadas. Esto no debería suponer un problema si no fuera porque el flequillo me viene creciendo más o menos un centímetro al mes. Lo mismo que el resto de la cabeza, también es verdad, sólo que la coletilla no impide la visión. Por eso, me he visto obligada a hacerme con unas tijeras semiprofesionales, fashion y pico, que me permiten la autoablación en un intento vano por alcanzar la perfección de Celeste, que sin escuadra ni cartabón es capaz de ponértelo exactamente paralelo al suelo.
Por otro lado, hay muchíiiisimos salones de manicura, pueden pintarte flores, un jardín japonés, el alfabeto egipcio y hasta el Quijote si se ponen. Es un arte poco reconocido, pero un arte al fin y al cabo. Todas llevan unas uñas de longitudes vergonzosas y acabados cuasimísticos. Eso sí, ni hablar del peluquín...
Algunas peluquerías tienen un pase, la mayoría son latinas o afroamericanas (para las cabezas ídem, claro), en muchas de ellas hasta hablan español... y todas, todas, son insultantemente caras.
Idefix salió de buena mañana, el sol brillaba como ya se ha hecho costumbre en las últimas semanas, un calor pegajoso y agobiante lo había invitado a deshacerse del jerseicito rojo hace ya tiempo. No obstante, nada es suficiente cuando 30 grados Celsius se alían con una humedad relativa de más del 70%. El pobre no podía conciliar el sueño con tanto abrigo. Así que decidió ir a la pelu... partió dejando atrás a su amigo el Husky, que lo miraba poco convencido y barruntando la catástrofe.
 




 

A la vuelta, apenas podía enfrentarse a las críticas, tenía un poco de frío en el cogote, allá donde antes colgaban unas sedosas lanitas blancas... Pero lo bueno del pelo, es que crece. y como dice el refrán "vaya yo caliente...". Pues eso, que quizás deberíamos aprender un poco de los americanos y dejar de darle tanta importancia a la corteza, profundizar un poco más en lo que hay debajo del pelo. Y sobre todo, conseguir que nos importe muy poco o más bien nada la opinión que los demás puedan tener sobre nuestro aspecto. Si te afectan los comentarios y las opiniones de los demás, vas listo, porque todo el mundo tiene siempre algo que decir, sobre todo cuando menos lo necesitas. En América todos saben que L'essentiel est invisible pour les yeux.

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