sábado, 31 de diciembre de 2016

Adiós 2016

Te marchas habiendo dejado ese regusto dulce de las cosas bien hechas. De lejos, sin el jaleo de las voces de los que hablan todos a la vez, sin las caras frías de los que entran de la calle, con el ronroneo quieto de la tranquilidad a bajo consumo, descansada, sintiendo el burbujeo de la sirena que nada en mi vientre con sus ancas de juguete. Miro atrás de soslayo, ni si quiera he de darme la vuelta completa para verte marchar, porque aún estarás aquí por otras 6 horas, ya no allí, donde eres sólo un recuerdo y un obstáculo superado, pero aquí las estrellas conspiran en coordenadas diferentes.
Muchos son los que se vuelven aprisa para darte la espalda sin piedad, yo en cambio, agradecida, me requedo un poco más en tu regazo. Me trajiste un asa grande, para asirme a las raíces que, cuando quise mirar, ya se habían extendido más allá de lo que recordaba. Crecieron por debajo de las sábanas, de la tarima, bajaron por las escaleras y llegaron hasta el mar, enroscadas en la arena del fondo sin bombona ni escafandra, se adentraron con decisión hacia las profundidades del Atlántico. Cuando quise darme cuenta ya eran fuertes, ya podían sostenerme, incluso en esos días en que la duda aún me empujaba a tambalearme. Me abriste presto el escenario de una vida que ya estaba protagonizando, sin condicionales, sin supuestos, simplemente con el traje de estar por casa que va tan bien para sentirse seguro.
Así que me queda el regusto del agradecimiento, de la ilusión, de haber bailado intensamente todas las canciones que tocaste para mí. Por eso, con cierta nostalgia, y echando de menos a los míos, te despido y quedo agradecida por todo lo bueno que me diste. De paso, ensancho mis miras, y sigo llenando mis pulmones, cojo aire para lo que está por venir, todas las fuerzas serán pocas... Adiós 2016, un buen año en muchos sentidos, un recuerdo de purpurina y oro que guardaré celosa en el mejor espacio de mi memoria.
Feliz Año Nuevo a todos.

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