jueves, 31 de diciembre de 2015

Navidades en la Riviera Maya

Los mayas eran astrónomos, físicos, matemáticos, médicos, filósofos... sabían del mundo a través de la observación del cielo y las estrellas. Durante años, con ojos tranquilos fueron contando los días hasta descubrir que eran 365 los que componían un año entero. El calendario maya tiene 18 meses, de los cuales, el último tiene tan sólo 5 días. Hubo una leyenda caótica que aún recuerdo en el año 2012, donde se decía que los mayas habían anunciado el fin del mundo para el solsticio de invierno. Ahora sé que sólo se trataba del fin de una era, porque tuvo lugar un alineamiento de todos los planetas que sólo ocurre cada 5000 años. Es curioso, porque para mí el 2012 fue realmente el fin de una era, así que voy a optar por creérmelo.
Este año la Navidad me ha recibido en México, con el calor impropio de un invierno averanado y la promesa del descanso cuasiabsoluto. Sólo las lecciones de historia en vivo pondrán mis piernas en movimiento más allá de las aguas de turquesa.
Las ruinas Mayas se extienden por diversos países del centro y el sur de América. Desde hace años soñaba con hacer un viaje a la historia a través de los templos que aún quedan en la selva y a orillas del mar Caribe. Diciembre, el mes elegido para dejar Boston, puesto que cuenta con dos días festivos y habitualmente las primeras nieves. Así que la Nochebuena de este año me vestía de tirantes y sin medias para cenar. Margarita en ristre y carmín en los labios en lugar de bata de guata y vino Rioja para celebrar la noche en la que hace años solía asistir a la misa del gallo y hasta formar parte del Belén viviente... Es cierto que hace ya mucho que me sacudí todas las creencias, y que la Navidad es un estado laico de celebración familiar para mí. También es cierto que llevaba 4 años sin vacaciones de verdad, puesto que ir a España supone ya un pico y el gasto impepinable de los 10 días libres que tengo por año. Así que este año tocó sacrificar el jamón y el calor de la familia por el guacamole y el calor del sol. Y por bien que suene, es duro estar lejos en estas fechas. Sobre todo porque este quid pro quo supone, una vez más, estar ausente. No obstante, estas vacaciones me han sabido a gloria y a mucho descanso, a risas y a conocimiento, a historia y a calor caribeño. Primera parada, Chichen Itzá, "la boca del pozo de los brujos del agua", una de las principales pirámides de la península de Yucatán (Yucatán que, curiosamente, significa "no entiendo ni papa de lo que dices", porque era lo que los mayas les decían a los españoles cuando les preguntaban que cómo se llamaba aquel lugar). Cuando uno está harto de ver esta foto en los libros de historia, es como si ya hubiera estado allí, por eso es indescriptible la sensación que experimentas cuando por fin te hallas a los pies de un monumento que ha estado ahí desde hace 1500 años. Para mí es como si de pronto se me viniera encima toda la historia, como si pudiera ver lo que ocurrió allí cuando la pirámide era un templo erigido para los dioses.

Construida en base al conocimiento científico que los mayas tenían sin saberlo. 91 escalones por cada una de las 4 caras y uno más en la cumbre para representar, en suma, los 365 días del año. La serpiente que representa al dios Kukulcán, que desciende a la Tierra dos veces al año y puede verse exactamente a las 4 de la tarde en los equinoccios, gracias a la incidencia del sol en la arquitectura perfecta de la pirámide.

¿Cómo es posible que fueran tan exactos a la hora de calcular la incidencia del sol? ¿Cómo es posible que fueran capaces de encontrar el norte geográfico y magnético de la Tierra y utilizarlos como si tuvieran una brújula mágica? Me posee la historia, me pone los pelos de punta, trago saliva... ¡quiero saber más!. Me pregunto cómo es posible que una civilización tan sencilla fuera capaz de desarrollar maravillas arquitectónicas como Chichén Itzá o Tulum, una ciudad Maya a orillas del Caribe que era también puerto de entrada. Además, en Tulum construyeron también en base al calendario, de manera que el sol se colaba por un determinado punto a una determinada hora durante los equinoccios. Como dirían los romanos acerca de los galos: "esto es cosa de dioses". El pueblo maya se me antoja muy similar al pueblo egipcio, los grabados en los templos, las construcciones piramidales, también politeístas... me resulta interesantísimo que dos civilizaciones tan alejadas sean tan similares. Eso me hace pensar en la predisposición de las civilizaciones hacia el desarrollo y la evolución de una forma prácticamente paralela, como ocurre en el ámbito científico cuando dos personas tienen la misma idea y llevan a cabo proyectos similares sin ni si quiera sospecharlo.
Y hablando de maravillas arquitectónicas, también las hay naturales. Los Cenotes son unas formaciones únicas y peculiares que se encuentran sólo en México. Son una especie de pozos que pueden estar abiertos o cerrados y que se forman por inundaciones de origen kárstico. Es decir, debido a la composición del agua, el pozo va disolviendo la roca cuyo techo a veces acaba por colapsar, formando el cenote abierto. Nadar en estos cenotes es una experiencia sin igual, el agua es totalmente cristalina, pero algunos tienen una profundidad tal que los convierte en verdaderos agujeros negros.

Muchos de estos cenotes eran sagrados para los mayas, en ellos practicaban sacrificios rituales humanos para pedir lluvia a los dioses. De hecho, una de las posibilidades que se barajan para el colapso del pueblo maya es la contaminación del agua por la mala gestión que hacían de ella; a pesar de que utilizaban cenotes diferentes para beber. 
La herencia arqueológica de esta civilización es infinita, puesto que hay miles de templos y pirámides  aún escondidos bajo toneladas de vegetación en la selva. Es mucho más lo que queda por descubrir que lo que hay ya expuesto. 

Algunas ruinas, como la pirámide de Cobá, aún pueden escalarse. Como buenos turistas ávidos de agujetas, subimos los 120 escalones que la elevan a 45 metros del suelo, donde nos espera una vista espectacular y privilegiada de la selva que la rodea y que te hace sentir como si fueras el Rey León. Desde allí se aprecian algunos árboles un poco más elevados, que son pistas inequívocas de otros templos que se esconden bajo ellos. Una vez alcanzada la cima, respiro libertad, filosofía y grandeza, siento vértigo pero no de la altura, sino de la magnitud del mundo que hemos heredado de la historia. Miro hacia abajo y veo pequeñas figuras humanas como nimios habitantes diminutos de un mundo que se escapa a nuestro conocimiento. Poderoso aquel que sabe cosas.. aunque yo cuanto más sé, más ignorante me siento.
 

sábado, 5 de diciembre de 2015

Cena de empresa

La primera cena de "empresa" de ECUSA en Boston no podía ser en otro sitio que en el Club Deportivo Faialense. Ese lugar que emana un olor rancio que uno se lleva puesto en pelo, ropa y epidermis, y que a pesar de todo cocina el mejor pescado y marisco de toda Nueva Inglaterra. Ahora me paro a pensar que es realmente sorprendente que nunca haya aparecido en Bostonadas, puesto que muchos de los posts de este blog se han forjado más que a medias en este bar portugués con tintes de la España de los 80.
Última reunión del año de la junta de ECUSA Boston. Siempre se nos quedan miles de asuntos pendientes, pero cerramos el año y con él, ponemos el punto y seguido a doce meses de trabajo y esfuerzo desmesurado que nos han colocado ya en la cúspide de la ciencia española en Estados Unidos.
Después de saludar a todos los amigos que se encuentran en el local (que viene a ser lo que uno hace cuando va al bar de la plaza de su pueblo, véase "La Cava" en Humanes) nos sentamos a la mesa reservada con un garabato en una libreta de camarero hace de ya dos semanas. En serio pensé que aquella reserva hecha a las 12 de la noche de un viernes cualquiera, escrita con un boli de propaganda en una libreta de calco, no podía sobrevivir 2 semanas y pincharse en un "reservado" para 16 personas al cabo de los 14 días que eso conlleva... pero mira, me equivoqué, los portugueses son como los españoles, al fin y al cabo, cutres a nivel práctico y sobre todo resueltos.
Mientras pasamos la hora de rigor esperando nuestra cena (esto es costumbre en Faialense, uno sabe que ha de merendar si no quiere pasar la rusca mientras la espera de una a dos horas a ser servido), vamos conociendo a los ECUSA-relativos, que son los santos que esperan en casa con la cena fría mientras que nuestras reuniones, ya sean virtuales, encuentros o eventos, se alargan hasta el infinito y ocurren con bastante frecuencia. Pero oye, que hay que arreglar el mundo, y que alguien tiene que hacerlo. Los ECUSA-relativos son personas interesantísimas que amenizan la velada con la no-ciencia que me encanta. Todos los temas tienen cabida en esta peculiar cena de Navidad. Muchas cenas de empresa en España envidiarían nuestra reunión, no me cabe la menor duda. La comida (aunque se hace esperar) no decepciona en texturas ni sabores: doradas, bacalao, mariscada... regado con vino verde como el de la canción de María la Portuguesa pero sin calor. Aunque lo mejor de la noche viene con el yankee swap, un "amigo invisible" muy especial que estoy segura que en España se pondrá pronto muy de moda si no lo ha hecho ya. Consiste en traer un regalo, ya sea algo barato y hortera que has comprado en el todo a un dólar o algo que tenías por casa y no usabas de puro inútil (bueno, también puede ser útil, pero es menos divertido). Las cosas más variopintas se asoman con descaro por debajo de los papeles de periódico que las contienen. La más cutre, sin duda, plátano+adaptador para USB-mechero de coche que no sabemos si funciona+lápiz de Ikea+una tarjeta de visita de ECUSA. Grande, sin duda, casi tanto como la araña de plástico envuelta en papel higiénico o el luchador mexicano abrebotellas. Aunque lo mejor, sendas latas de berberechos y sepia en su tinta + 3 mazapanes que en un contexto como este podrían llevar a puñaladas. Hay que entenderlo, estamos muy lejos de casa y de las Rías Baixas, es equivalente a una cesta de Navidad con paletilla ibérica. El tema es que, por orden, uno coge un regalo, lo abre, otro decide si roba el regalo abierto o si se arriesga a descubrir una nueva perla oculta entre la sección de contactos y la de deportes. Y así, cuando uno cree que está a salvo porque ha sacado un buen regalo (véase un ferrero rocher gigante), llega otro y te lo roba y tienes que robar a otro o volver a probar suerte en la pila de los ofrecimientos infinitos. La risa está asegurada, así que si no ha llegado aún a vuestras cenas de empresa, ponedlo en marcha que no tiene desperdicio.
Y con esta noche se cierra un año en el que he conocido a gente extraordinaria, en el que hemos trabajado duro para hacer llegar eso que nos apasiona tanto a todos aquellos que siguen pensando que los científicos nos ponemos la bata y jugamos al plantanova durante horas. Se cierra el primer año de vida de ECUSA Boston, un lugar en el que lo que no existe, se crea, y lo que no se escucha, se grita. Se cierra el año, pero se abre una nueva etapa llena de retos y caminos por explorar, sólo que esta vez ya somos una familia que se sienta a la mesa a hablar de todo un poco mientras se prepara para afrontar el día, saldrá mejor o peor, pero le ponemos muchas ganas.