sábado, 5 de diciembre de 2015

Cena de empresa

La primera cena de "empresa" de ECUSA en Boston no podía ser en otro sitio que en el Club Deportivo Faialense. Ese lugar que emana un olor rancio que uno se lleva puesto en pelo, ropa y epidermis, y que a pesar de todo cocina el mejor pescado y marisco de toda Nueva Inglaterra. Ahora me paro a pensar que es realmente sorprendente que nunca haya aparecido en Bostonadas, puesto que muchos de los posts de este blog se han forjado más que a medias en este bar portugués con tintes de la España de los 80.
Última reunión del año de la junta de ECUSA Boston. Siempre se nos quedan miles de asuntos pendientes, pero cerramos el año y con él, ponemos el punto y seguido a doce meses de trabajo y esfuerzo desmesurado que nos han colocado ya en la cúspide de la ciencia española en Estados Unidos.
Después de saludar a todos los amigos que se encuentran en el local (que viene a ser lo que uno hace cuando va al bar de la plaza de su pueblo, véase "La Cava" en Humanes) nos sentamos a la mesa reservada con un garabato en una libreta de camarero hace de ya dos semanas. En serio pensé que aquella reserva hecha a las 12 de la noche de un viernes cualquiera, escrita con un boli de propaganda en una libreta de calco, no podía sobrevivir 2 semanas y pincharse en un "reservado" para 16 personas al cabo de los 14 días que eso conlleva... pero mira, me equivoqué, los portugueses son como los españoles, al fin y al cabo, cutres a nivel práctico y sobre todo resueltos.
Mientras pasamos la hora de rigor esperando nuestra cena (esto es costumbre en Faialense, uno sabe que ha de merendar si no quiere pasar la rusca mientras la espera de una a dos horas a ser servido), vamos conociendo a los ECUSA-relativos, que son los santos que esperan en casa con la cena fría mientras que nuestras reuniones, ya sean virtuales, encuentros o eventos, se alargan hasta el infinito y ocurren con bastante frecuencia. Pero oye, que hay que arreglar el mundo, y que alguien tiene que hacerlo. Los ECUSA-relativos son personas interesantísimas que amenizan la velada con la no-ciencia que me encanta. Todos los temas tienen cabida en esta peculiar cena de Navidad. Muchas cenas de empresa en España envidiarían nuestra reunión, no me cabe la menor duda. La comida (aunque se hace esperar) no decepciona en texturas ni sabores: doradas, bacalao, mariscada... regado con vino verde como el de la canción de María la Portuguesa pero sin calor. Aunque lo mejor de la noche viene con el yankee swap, un "amigo invisible" muy especial que estoy segura que en España se pondrá pronto muy de moda si no lo ha hecho ya. Consiste en traer un regalo, ya sea algo barato y hortera que has comprado en el todo a un dólar o algo que tenías por casa y no usabas de puro inútil (bueno, también puede ser útil, pero es menos divertido). Las cosas más variopintas se asoman con descaro por debajo de los papeles de periódico que las contienen. La más cutre, sin duda, plátano+adaptador para USB-mechero de coche que no sabemos si funciona+lápiz de Ikea+una tarjeta de visita de ECUSA. Grande, sin duda, casi tanto como la araña de plástico envuelta en papel higiénico o el luchador mexicano abrebotellas. Aunque lo mejor, sendas latas de berberechos y sepia en su tinta + 3 mazapanes que en un contexto como este podrían llevar a puñaladas. Hay que entenderlo, estamos muy lejos de casa y de las Rías Baixas, es equivalente a una cesta de Navidad con paletilla ibérica. El tema es que, por orden, uno coge un regalo, lo abre, otro decide si roba el regalo abierto o si se arriesga a descubrir una nueva perla oculta entre la sección de contactos y la de deportes. Y así, cuando uno cree que está a salvo porque ha sacado un buen regalo (véase un ferrero rocher gigante), llega otro y te lo roba y tienes que robar a otro o volver a probar suerte en la pila de los ofrecimientos infinitos. La risa está asegurada, así que si no ha llegado aún a vuestras cenas de empresa, ponedlo en marcha que no tiene desperdicio.
Y con esta noche se cierra un año en el que he conocido a gente extraordinaria, en el que hemos trabajado duro para hacer llegar eso que nos apasiona tanto a todos aquellos que siguen pensando que los científicos nos ponemos la bata y jugamos al plantanova durante horas. Se cierra el primer año de vida de ECUSA Boston, un lugar en el que lo que no existe, se crea, y lo que no se escucha, se grita. Se cierra el año, pero se abre una nueva etapa llena de retos y caminos por explorar, sólo que esta vez ya somos una familia que se sienta a la mesa a hablar de todo un poco mientras se prepara para afrontar el día, saldrá mejor o peor, pero le ponemos muchas ganas.





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