miércoles, 7 de octubre de 2015

Primer encuentro de científicos españoles en USA: Washington DC, entre bastidores

He de reconocer que al principio no me seducía la idea… ¿para qué contarle mi ciencia a un puñado de españoles, eminencias, eso sí… si ninguno de ellos trabaja si quiera en mi campo? ¿qué puedo aportar o rescatar de un encuentro de científicos españoles en USA?
Pero eso fue antes de entender que uno siempre debe conocer el público al que va a dirigirse antes de preparar una ponencia sobre cualquier tema. Las charlas divulgativas resultan tan inteligibles y entretenidas que hasta hay que cortar por falta de tiempo de lo mucho que se alargan en discusiones y preguntas. La avidez de conocimiento nos trajo aquí, y nos lleva de un lado a otro sin contar con nuestra voluntad… y que así sea siempre. Pronto comprendí que no sólo es importante lo que uno hace en el laboratorio o el despacho, sino la manera de transmitirlo más allá del oído experto de los congresos especializados.
En el encuentro de españoles científicos en USA que tuvo lugar en Washington la semana pasada se escucharon nombres tan importantes como Valentín Fuster, Emilio Castilla o Susana Martínez Conde, entre otros muchos que ya han quedado citados en otras crónicas. Pero no sólo resonaron sus nombres, sino sus voces… esas voces con acento español que tanto tratamos de disimular en inglés, y que son, en cambio, el orgullo de nuestra nación, porque han sido capaces de traspasar fronteras y asentarse entre los grandes en los Estados Unidos de América, como hiciera en su día el gran Severo Ochoa. Y sentados en ese trono de sabiduría que se construyeron a base de experiencia y esfuerzo, nos hablan de su ciencia y de su trayectoria profesional en una lengua y un contexto tan cercano que nos parece imposible la empatía que sentimos.
Uno llega a este país sujetando su título humildemente bajo el brazo, sintiéndose diminuto entre todos esos doctores de Harvard y otras universidades de prestigio que lanzaron su birrete a un cielo pintado de barras y estrellas. Uno tarda mucho tiempo en descubrir que en España se forman mentes maravillosas, que tenemos una suerte inmensa con el sistema educativo para todos, que sólo nos falta querernos un poco más para comernos el mundo y disfrutar del éxito. Por eso es loable el esfuerzo que han hecho todos los ponentes y asistentes a este evento que, de manera totalmente altruista han querido devolverle al mundo un FAVOR con mayúsculas, regalándonos su experiencia y generando un ambiente cercano con los pies en una tierra que a menudo es bastante fría en las relaciones profesionales.
ECUSA ha formado parte de un momento mágico, situándose en el punto donde convergen todos los caminos, los que empiezan a recorrer aquellos que acaban de llegar y los que han ido trazando al pasar de muchos años todos esos cuyos currículums no se pueden encuadernar ya con una grapa. Gracias a la divulgación y al interés general, España se ha hecho eco de este pistoletazo de salida que esperamos traiga un antes y un después para la ciencia hecha por españoles. Tanto la FECYT y otras instituciones españolas como los sponsors y los que estamos aquí formando ECUSA hemos trabajado duro para crear un punto de inflexión en la historia de la ciencia española. Por eso sus Majestades los Reyes D. Felipe y D. Letizia no han querido perdérselo, y haciendo honor a su fama de “campechanos” compartieron con nosotros una noche llena de ilusiones, esperanza y buenas palabras, comprometiéndose a formar parte del cambio. ¡Si hasta se hicieron una selfie con los miembros de ECUSA!

Ya no queremos oír que no hay dinero para investigar, que la ciencia es un sueño que sólo se vive más allá de nuestras fronteras. Al contrario, este acto nos ha dado una inyección de energía positiva y de ganas de cambiar el mundo, y de pensar que políticos y científicos podemos hablar el mismo idioma, el español.   


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