martes, 3 de marzo de 2015

Baby Shower

Literamente ¨la ducha del bebé¨. Esto, que suena a cotidiano y normal, no lo es tanto cuando os diga que el bebé estaba aún en el útero de su madre. La llamada ¨baby shower¨se realiza en torno a dos meses antes de la fecha del parto y consiste, básicamente, en duchar al bebé y a la futura mamá con montones de regalos. Hasta ahí bien, al fin y al cabo en España hacemos más o menos lo mismo ya sea poco antes o después del alumbramiento. La diferencia es que esto es una fiesta en toda regla, con platos y vasos de cartón decorados con temática de bebé, farolillos, pancartas, aperitivos y toda la pesca.
En realidad, bien pensado, me parece que a las recién paridas les apetece un culo tener la casa llena de gente cada dos por tres, y encima tener que sacar algo de picar a las visitas que, a menudo, no ven el momento de irse. Supongo que a los padres primerizos ya se les viene el mundo lo suficientemente encima como para tener que ajustar los horarios del recién llegado a todas las visitas que están deseando conocerlo. Por tanto, y aunque eso no quita para que después la gente conozca al bebé (eso sí, cuando ya tiene meses), es mejor preparar la fiesta cuando la madre aún está descansada y con humor para disfrutarla. La parte que menos me gusta de este evento es que es sólo para mujeres, como si fuera una despedida de soltera. En realidad, es como que te despides de la vida sin hijos, que si vas a ver, es un cambio bastante más radical que el de casarse y mucho menos indeleble. Lo que pasa es que bueno, igual el padre también ha puesto algo de su parte el hombre, y tampoco me parece bien esa regla sexista y excluyente que deja fuera a la mitad de la unidad parental.
No obstante, la baby shower de Kinga fue muy diferente. Normalmente, las encargadas de preparar esta fiesta son las amigas. Sin embargo, Kinga es polaca y su marido británico, y son tan extranjeros en Boston como yo, por ello son parte de mi familia bostoniana. Ally, que aparte de lab manager es un amor y muchas otras cosas que la convierten en una de las americanas más majas que conozco, me propuso que le organizásemos su ¨baby shower¨y que asistiésemos todo el laboratorio, en masculino y femenino, sin márgenes e incluyendo al padre del vástago.

Frente a mi condición de novata en estos menesteres, mi cometido consistió básicamente en recolectar dinero y comprar los regalos. Ally preparó todos los juegos y demás acciones que convirtieron esa tarde en un día inolvidable para todos, pero sobre todo para Kinga.
Comenzamos escribiendo consejos para ser buenos padres en una hoja de papel, todos revueltos y a Kinga le toca averiguar quién ha escrito qué. Con rotuladores para pintar en tela estuvimos decorando  pijamitas y calcetines con los motivos más variopintos, unos mejor que otros... pero todos desde el cariño. La mejor parte vino cuando tuvimos que medirnos alrededor de la cintura con un cordel y tratar de adivinar el diámetro del bombo de Kinga, que la pobre no sabía donde meterse cuando descubrió que todos la sobreestimamos pasándonos por mucho del tamaño justo.
Y lo más útil, los mensajes en los pañales. Esos que se cambian cada dos horas durante las primeras semanas del bebé y que uno acaba hasta el gorro de poner y quitar. Escribimos mensajes de ánimo para que los encuentren los cansados padres a las 3 de la mañana de algún momento dentro de un par de meses y se echen una sonrisa a nuestra salud.
También hubo concurso de poner pañales, arrullo, gomas en el pelo y dar el biberón, haciendo relevos entre el padre y la madre. Los oponentes, dos compañeros que han tenido bebés hace poco y que están ahora en pleno auge pañalil.
Lo más grotesco, unos hielos con bebés diminutos dentro que se echan en la bebida y que, cuando se derriten, dejan un bebé flotando en Coca-Cola a la vez que el portador del vaso anuncia ¨my water broke ¨(he roto aguas¨). Señores, esto es América, los efectos especiales son su máxima, y desde luego que cada vez me reconozco más equivocada ante la idea desfasada de que las películas lo exageran todo. Una vez más, la realidad supera a la ficción. Eso sí, Ally, que ya sabe que a veces es fácil herir la sensibilidad de los europeos, sustituyó los mini-bebés por ositos de gominola, porque hubiera sido demasiado gore comerte a tu propio feto, eso creo que no está bien visto ni en la cienciología.

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