martes, 4 de junio de 2013

Verano a goterones

Repentino, chorreante, amedrentador, abundante, decidido, exagerado, exterminante, impaciente, churretoso, agobiante, pasajero. . . el verano ha llegado a Boston arrasando, sin preguntar, los Fahrenheit apretujándose contra el mercurio que dos días antes representaba a la perfección la temperatura de la nevera. Un día te acuestas con el nórdico subido hasta las cejas y a la mañana siguiente te despiertas en un charco de sudor salado, con la ropa de cama por el suelo y un sol destructor encargándose de arruinarte la retina. Ahí lo tienes, el verano, que llegó de noche y no pudo sentarse a esperar, insistente y avaricioso se dejó caer con el peso de veinte soles de helio comprimido agarrándose las manos para jugar al corro de la patata con la Tierra, aunque yo creo que aquí sólo participa Boston porque no sé si hay otro lugar en el mundo con temperaturas más extremas. 
Así que busca los shorts, las chanclas, guarda el abrigo. . . y sal a la calle porque la casa quema. Después de una ducha fría que de nada vale porque el dios de la humedad te putea todo lo que puede (gracias dios por este flequillo), por fin pones un pie en la calle y ese aire denso y pantanoso te da un abrazo gorilesco del que no puedes zafarte. Ir en bici puede parecer una buena idea por eso de la brisa y tal, pero el aire viene calentorro y grave, como el que sale de las rejillas del metro de la calle Preciados, y más que refrescar te produce sarpullido y una sensación de estar siendo lamido abruptamente por una lengua gigante. 
Las casas bostonianas no están preparadas para el verano, la madera acorrala todo el calor en su interior, y éste ebulle incontrolado ante la falta de persianas. La pobre Loli, que normalmente busca un rayito de sol en el suelo sobre el que acostarse, se arrastra vagamente de lado a lado buscando una corriente de aire que nunca llega. Así que la propia casa nos exocita hacia la playa, la playa! a unas pocas paradas de metro aguarda el mar, que aún no se ha enterado de que el verano está aquí y sigue empeñado en contener el agua a cero grados. Pero tal es el bochorno que se respira que uno no puede evitar bañarse, aunque la circulación se corta y los dedos de los pies se ponen azulitos, es agradable escapar del incendio tropical que espera fuera. 

De repente, los vigilantes de la playa (que no se parecen a Pamela Anderson ni nada), piden a todo el mundo que salga del agua, y lo sorprendente es que la gente obedece (esto no es España...). Convencida estaba de que había un tiburón, pero no, se había perdido un niño, así que en un abrir y cerrar de ojos el mar está vacío, un buzo amarrado a una boya se sumerge mar adentro para buscarlo y una cadena humana de espontáneos se organiza para peinar la playa a espera de lo peor. Nunca dejo de sorprenderme ante tanto americanismo, son unos peliculeros. . . pero eso sí, sus métodos son infalibles.

Dos días más tarde, contrito, el verano nos da la espalda y se larga igual que vino, sin más, dejando lluvias torrenciales y americanos en chanclas, espaldas rosas peladas y muchos comentarios en facebook. 
P.D. "Querido verano, haga usted el favor de volver que quiero recuperar el color que tenía en España. Aquí hasta la melanina se acongoja con el frío, ya vale hombre, que queremos ponernos ya las chanclas sin calcetines".

1 comentario:

  1. Si te sirve de consuelo, aquí, en la casa de griñón el tiempo está igual... Mira hoy toca ¿pijamita de invierno o verano? Por que el nordico tiene solo una capa, que la otra, está doblada sobre la mesa... ¡por si las moscas! Bss ♥

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