lunes, 24 de agosto de 2015

Covi, ¿como Kobe Bryant?

Ya la segunda vez, la primera hace tres años, cuando aún no existían casi risas, ni muebles, ni costumbres, ni amigos, ni lugares cotidianos... Por eso también fue importante, porque cuando uno construye la vida a base de buenos recuerdos, en algún momento hay que empezar a crearlos. La parte difícil de cuando vienen las visitas y aún no eres de allí, es que no puedes ejercer de guía de los mejores lugares, de las cosas chulas, de lo que no viene en las guías turísticas.
Lo mismo ocurrió en Sevilla, que viniste cuando aún vivía en aquel gua que olía a vieja y a baño compartido... Sin embargo nos reímos mucho rato, de casi todo, y paseamos por el parque de María Luisa en aquella bicicleta con tejadito que nos hacía tanta gracia. Luego vinieron las caminatas de las que tanto te quejabas con la boca chica, y el calor... qué calor hacía en Sevilla! Boston era otro cantar, sólo diez veces más lejos... a seis horas de avión en vez de autobús... pero las mismas experiencias por vivir.

Un mes dio para mucho, y sin embargo, te dejaste tantas cosas que has tenido que volver. Y qué diferente esta vez, ¿no es cierto? no sólo porque el hogar se ha ido haciendo de calor humano y felicidad, sino porque nosotras ya somos otras... otras y a la vez las mismas. Las mismas de las barbacoas de los treintayunos de agosto, las mismas de los halloweenes de los treintayunos de octubre, las mismas que heredaban ropa y por algún tiempo también zapatos... las que  han ido recogiendo lo mejor de cada encuentro para componer un collage de marcos de papel maché.
Diez días pasan demasiado deprisa, aunque hemos hecho tantas cosas que apenas ha habido tiempo de lamentarse, no hasta este momento, en el que tu vuelas sobre algún punto del océano Atlántico y yo escribo en mi ordenador de hipster tus buenos días de mañana. Ahora que he llegado a casa y encontré esa nota en la nevera, oliendo a familia y a cariño que se han quedado impregnados por todas partes, empiezo a echarte de menos y a sonreír porque me has dejado algunos "¿te acuerdas?" para el futuro.
Tengo que construir este recuerdo para no olvidar la adrenalina en las motos de agua (sobre todo antes de volcar), ni tus gafas de sol graduadas haciendo fango en el fondo del mar, ¿quién te manda no llevar una cintita? También quiero en este recuerdo las patatas fritas del faro de Cabo Bacalao, los saltos en la playa atardeciendo detrás de la tormenta, las focas que nadaban como "señoras que", las ballenas que vinieron a bucear bajo nuestro barco, la barbacoa que improvisamos ese jueves por la tarde, tu cara de felicidad probando la bendita MIT-rueda, las pelis, el brunch, Falete, las compras incompulsivas que nunca aprenderás, los margaritas, los mojitos en lo más alto de la ciudad, lugares finos de ir en chanclas made in USA... los ratitos de conocerte un poquito más (que te dejas muy poco para mi gusto)... pero sobre todo: las salchipapas! qué cosa tan sabrosa ;)




Curiosamente la vida es un lugar en el que parece que hay tiempo para todo, será por eso que a menudo obviamos las cosas pequeñas, contamos con ellas porque siempre están ahí, siempre han estado. Sin embargo a mí me gusta atesorar esas pequeñas cosas, desde siempre... (hace unos días encontré en una caja de recuerdos el menú de tu comunión, no te digo más...) y en la colección de detalles tangibles e intangibles que he ido recopilando a lo largo de muchos años, he encontrado muchas veces un refugio al que escapar, al que viajo con la mente cuando me parece que España está demasiado lejos, o que el tiempo ha pasado demasiado deprisa, o que las cosas han salido por un flanco inesperado. Será casualidad, o no, pero contigo he atesorado momentos en todas las geografías en las que me tocó sobrevivir, ya ves, pequeños detalles...y aunque en general los amigos se escogen y la familia te toca por genealogía, me considero afortunada porque en mi árbol de la vida, una pequeña ramita llamada Covi siempre crece en paralelo a la mía. Gracias por estar ahí siempre y por venir a vernos. Ya te echamos de menos, Cuqui!

lunes, 10 de agosto de 2015

Primera Jornada de Asesoramiento IMP: “Lecciones aprendidas desde EEUU: Asesoramiento y tutelaje de jóvenes estudiantes e investigadores españoles”

La Universidad de Valencia abre sus puertas al primer encuentro internacional de mentores, estudiantes (a falta de un término más adecuado para denominar a los mentees) y representantes de las diversas universidades que han participado en el programa piloto ECUSA-IMP 2014-2015.  D. Esteban Morcillo Sánchez, excelentísimo rector de la universidad de Valencia inauguraba el evento presidiendo la primera mesa redonda, que contó con otros ponentes de lujo como la secretaria de estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, D. Carmen Vela, la vicepresidenta de ECUSA, Dra. Teresa Nieves Chinchilla, la presidenta del programa IMP, Dra. Zafira Castaño, el delegado del gobierno en la Comunidad Valenciana, Sr. D. Juan Carlos Moragues Ferrer, y el representante de la Ciudad de Valencia, Sr. D Joan Calabuig Rull. Además contamos con la participación del Director Territorial del Banco Santander, Sr. D. Antonio Valldecabres y la Cátedra Príncipe de Asturias de Georgetown University, Sr. D. Jorge Garcés. Todos dedicaron unas palabras en reconocimiento de la ciencia, la tecnología y la investigación llevada a cabo por españoles fuera y dentro de nuestro país. Mentes brillantes, formadas en universidades españolas, que han llegado a Estados Unidos pisando fuerte en centros de excelencia como NASA, Harvard University, MIT y John Hopkins entre otros. 
De izquierda a derecha: D. Teresa Nieves Chinchilla, vicepresidenta de ECUSA, D. Joan Calabuig Rull, Teniente Alcalde de Valencia, D. Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, D. Esteban Morcillo Sánchez, excelentísimo Rector de la Universidad de Valencia, D. Juan Carlos Moragues Ferrer, Delegado de Gobierno de la Comunidad Valenciana, D. Zafira Castaño, presidenta y fundadora del programa IMP, D. Antonio Valldecabres, Director Territorial del Banco Santander.   

De izquierda a derecha: D. Teresa Nieves Chinchilla, vicepresidenta de ECUSA, D. Joan Calabuig Rull, Teniente Alcalde de Valencia, D. Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, D. Esteban Morcillo Sánchez, excelentísimo Rector de la Universidad de Valencia, D. Juan Carlos Moragues Ferrer, Delegado de Gobierno de la Comunidad Valenciana, D. Zafira Castaño, presidenta y fundadora del programa IMP, D. Antonio Valldecabres, Director Territorial del Banco Santander.   
Mesa 2: componentes de las 5 universidades que han participado este año en el programa piloto IMP hablaron acerca de la internacionalización del talento español. Idas y venidas de sueños e ilusiones que fueron tejiendo una realidad más allá de nuestras fronteras. Para algunos, el paso por centros extranjeros ha supuesto un trampolín imprescindible para llegar a lo más alto de sus carreras, o quizás al primer escalón de esa escalera que les conducirá al éxito. Éxito, una palabra controvertida que resonó en diversas ocasiones a lo largo de la jornada, trayendo el sabor agridulce del esfuerzo y la recompensa del trabajo de muchos años, que no siempre tiene la forma que todos quisiéramos. ¿Es necesario irse al extranjero? ¿Por qué es tan difícil volver? Los que estamos de paso alzamos nuestras voces para romper una lanza en favor de nuestra ciencia: los científicos españoles estamos muy bien valorados en centros extranjeros, sin embargo, en España aún existe ese miedo a las sombras que proyectan los más jóvenes. Sillas calientes que tienen un nombre grabado en el respaldo y que adulteran el sistema con incompetencia y desidia. Volver es a menudo una utopía en la que todos quisiéramos vivir, un centro de trabajo completamente equipado, con salarios dignos y artículos “in press”, y abajo una cafetería donde almorzar bocatas de jamón y pinchos de tortilla. Ojalá dentro de poco, y con la ayuda de programas como IMP, podamos hacer de esta utopía una realidad sostenible.
Mesa 2: Representantes de las 5 universidades participantes en el programa IMP 2014-2015.
Mesa 2: Representantes de las 5 universidades participantes en el programa IMP 2014-2015.
Mesa 3: Investigación y asesoramiento en el extranjero en búsqueda del correcto equilibrio. Cinco mentores cuyo talento ha sido reconocido en forma de becas, premios o puestos de trabajo como líderes de sus propios laboratorios, dieron sus puntos de vista acerca de la búsqueda del correcto equilibrio a la hora de asesorar a los estudiantes a través del programa. El buen mentor ha de poseer empatía y objetividad, saber escuchar y aconsejar desde unos lazos que no son afectivos ni profesionales, por lo que carecen de cualquier subjetividad, juicio o sentimiento que pueda empañar el asesoramiento objetivo o condicionar las decisiones del estudiante. Al mismo tiempo, el mentor ha de inyectar una dosis de positividad y descubrir al mentee lo importante que es soñar, así como mostrarle el abanico de posibilidades que se abren ante él, la mayoría de ellas a menudo desconocidas. La libertad de elegir el futuro es un privilegio que se posee casi siempre pero que, por desgracia, suele venir acompañado del miedo a lo desconocido. El mentor es ese compañero que hará del miedo un desafío fascinante. 
Mesa 3: Cinco mentores de entre los 22  que han participado en el programa IMP 2014-2015.
Mesa 3: Cinco mentores de entre los 22  que han participado en el programa IMP 2014-2015.
Hubo también momentos de reflexión sobre el programa con intención de mejorarlo de cara al próximo año 2015-2016, en que el programa IMP volará independiente de ECUSA para expandirse también a otros ámbitos como la economía y las humanidades. Los mentores nos reunimos con representantes de las universidades para comentar posibles críticas y crear nuevos retos de cara a esta nueva etapa. Después los estudiantes tuvieron la ocasión de hacer un pequeño networking, puesta en práctica de lo aprendido, con el fin de dejar atrás la vergüenza y aprender a caminar marcando sus propias huellas. Nosotros ya les hemos dado el primer empujón, ahora les toca a ellos seguir caminando y ayudar a los que vienen detrás. Con esta idea surgió la sesión “La motivación en las siguientes generaciones. El pacto de dedicación”. El efecto mariposa ha empezado, los estudiantes que este año han participado en el programa IMP han hablado y han manifestado su inmensa gratitud hacia el programa y hacia sus mentores. La mayoría de ellos han experimentado mejoras impresionantes, aunque no necesariamente medibles. Ellos son el verdadero motor que sirve de motivación a los mentores. Para un mentor, es una gratificación personal inmensa observar la evolución de sus estudiantes a lo largo de nueve meses. Dudas, miedos, inseguridades… todo se reduce en dimensión cuando se comparte con alguien que ya lo ha vivido y te aconseja desde la experiencia. Hasta los túneles más angostos se iluminan pero sobre todo, aprenden a crear herramientas con las que abrirse paso en su carrera profesional. Por eso, esto ha de ser una cadena de favores en la que cada eslabón enlaza otros cuantos, y así exponencialmente conseguiremos que nuestra comunidad de estudiantes tenga siempre un punto de apoyo altruista cuyo valor es ya incalculable. Las universidades habrán de comprometerse para ofrecer a sus alumnos toda la ayuda que puedan conseguir, ya sea la opción de formar parte del programa, la financiación de estancias en centros extranjeros, o la aportación de recursos al programa IMP, como ha hecho la Universidad de Valencia, anfitriona de este evento. 
Finalmente, este evento tan encomiable se cerraba con la entrega de premios al mejor mentor y mentee, de la mano de D. Ana Elorza, representante internacional de la FECYT, entidad que ha apoyado el programa IMP desde su nacimiento hace apenas un año. 
De izquierda a derecha: Lucía Ramos, ganadora del premio al mejor mentee, D. Ana Elorza, representante internacional de FECYT y D. Joaquín López, ganador del premio al mejor mentor.
De izquierda a derecha: Lucía Ramos, ganadora del premio al mejor mentee, D. Ana Elorza, representante internacional de FECYT y D. Joaquín López, ganador del premio al mejor mentor.
Me quedo con el buen sabor de boca de las cosas bien hechas, del orgullo de haber sido parte de un germen que ya brota en cientos de esquejes y que ha sido capaz de juntar en la misma sala a generaciones de talentos, representantes de universidades y gobiernos. Y por supuesto, me quedo con el aroma de la paella valenciana que sabe a España y a verano, sobre todo cuando uno recorre más de 5000 kilómetros para degustarla.