domingo, 8 de julio de 2012

Bostoneros viajeros

Lo bueno de vivir en Boston es que muchos lugares interesantes quedan a tiro de piedra. Cuando vivía en Madrid tenía Toledo al final de la A-42, Segovia a dos horas escasas, Chinchón a un paseíto. . . y un montón de lugares interesantes que se apartan radialmente de Madrid a una hora de coche por su ubicación privilegiada en el epicentro de nuestra piel de toro. Sevilla, bien mirado, no está tan lejos cuando uno hace y deshace el camino cada fin de semana.
Boston se sitúa en la costa este de los Estados Unidos, en la misma latitud que España y muy cerca de Canadá. Esto nos deja a unos 300 km al norte de la Gran Manzana y a 750 km al este de las maravillosas Cataratas del Niágara. Así pues, la primera excursión interestatal de esta madrileña en USA, aprovechando mi primera visita, fue un viajecito alucinante a las Niagara Falls. Por el lado de Nueva York, eso sí, que es el menos explotado, ya que en el lado canadiense han construido casinos, hoteles y hasta un parque de atracciones. 
Al llegar, la magnanimidad de tanta agua cayendo al vacío es sobrecogedora. Una fuente de energía inagotable, una obra de arte natural que te pone los pelos de punta y hace que te sientas minúsculo, diminuto, absolutamente prescindible. Los americanos envidian a los canadienses porque, desde este lado, su cascada en herradura sólo puede verse de perfil o desde abajo a bordo del Maid of the Mist, desde donde tomé esta espectacular instantánea de un agua que nunca más volverá a estar en ese lugar exacto. Es dinámica absoluta, movimiento, siempre lo mismo y a la vez distinto. Por no hablar de los múltiples arco-iris que se forman por efecto de las gotas de agua que escapan pulverizadas a encontrarse con los rayos del sol. Apenas puedo describir tanta belleza, sólo puedo recomendar hacer este viaje, como una Meca hidráulica que habéis de visitar al menos una vez en la vida.


Otro viaje imprescindible, aunque muy diferente, es la ciudad de Nueva York.  Los chinos te llevan en bus desde Boston a NYC por el módico precio de 15 dólares. Autobuses que salen cada media hora como si de "la pava de Fuenla" se tratara, y te llevan a toda prisa hacia una ciudad que no se parece a nada de lo que hayáis podido encontrar en Europa. Los americanos lo hacen todo a lo grande, pero en Nueva York se han pasado tres pueblos, han ido un poco más allá, agigantando edificios, parques, tiendas. . . la M&M store ¡¡tiene tres plantas!!, que uno podría pensar que los lacasitos americanos no pueden dar para tanto. . . Ja! tienen hasta ediciones limitadas. Desde luego, Mecano no tenía razón, hay muuuucha marcha en Nueva York. El Empire State, Central Park, Wall Street, Times Square. . . y al final de Manhattan en la pequeña Liberty Island, observando la zona cero con gesto serio, se encuentra ella, la Estatua de la Libertad, con sus enormes sandalias y su antorcha siempre alzada hacia el cielo, recibiendo a todos los extranjeros que nos acercamos tímidamente desde el mar, para observar su grandeza, para aprender un poquito más sobre la cultura americana. Así, esta vez he aprendido que la estatua fue un regalo de los franceses, que por dentro está hueca a excepción de un montón de escalones, y que se situó ahí como tributo a la libertad. En realidad es un símbolo de libertad para los inmigrantes, que arrivados a tierra en esta orilla del mundo tras un largo viaje desde Europa, sentían haber llegado a casa, a América, la tierra de las oportunidades. . . Será por eso que a sus pies yo también me sentí segura, mientras el mundo se tambalea, América aún cree en las oportunidades.
Bostoneros viajeros, próximo destino: MADRID.

jueves, 5 de julio de 2012

Independence Day


El 4 de julio de 1776, los Estados Unidos de América se independizaron del Reino de Gran Bretaña... el 4 de julio es, desde entonces, uno de los días más importantes del año para los americanos. La víspera del gran día todo son nervios, colas interminables para recoger la pulserita que nos permitirá, de forma gratuita, asistir al concierto y al "recinto ferial" situado en una gran explanada cerca del río, que no es exactamente como las ferias españolas, pero que tampoco tiene nada que envidiarle. Los farolillos son, en este caso, sustituidos por estrellas plateadas y guirnaldas rojas y azules... Los colores de la bandera tiñen América y a los americanos, que llevan bombines, camisetas, gorras, zapatillas, y todo aquello potencialmente customizable que podáis imaginar (sí, lo de la foto es una virgen...).
Después de días de calor bochornoso, Boston amaneció hoy nublado y bajo amenaza de tormenta. Los contratiempos meteorológicos, sin embargo, no han desalentado a los bostonianos que, sillita plegable y manta a cuestas, se colocan a orillas del Charles River desde muy temprano. La tradición manda hacer un picnic familiar o entre amigos, barbacoas, puestos de perritos calientes,  juegos de mesa, pelotas de rugby... al más puro estilo Santa Juana. Eso sí, no he visto ni una sola gota de alcohol en el camino.También hay una regata, ya que el corazón de la fiesta se baña en el río, y desde allí, decenas de barcos salen a navegar engalanados con sus banderitas. En el MIT organizan la suya propia, y también su propia fiesta. Su ubicación privilegiada les sitúa en el centro neurálgico del evento, vamos, lo que viene siendo en todo el meollo. Durante toda la tarde, las nubes nos vigilaban desde arriba, inquietas, petulantes, como riéndose para sus adentros. La música se retransmite por altavoces aquí y allá para llegar a todos aquellos que quedan fuera del recinto, que no puede acoger a tanta gente como hay repartida a ambos lados del río. De repente, suena el himno que tan bien reconocemos por las películas, y casi me da un pasmo cuando veo levantarse, uno a uno, a tooooodos los que están sentados en el césped, jugando al balón o haciendo cualquier otra cosa, y se colocan la mano en el pecho de forma solemne. El silencio se apodera de nosotros y sólo se oye el himno. Resulta impresionante vivir algo así, somos los únicos que aún seguimos con el culo pegado a la hierba.
Poquito a poco se va acercando el momento más esperado del día, ¡¡los Fuegos Artificiales!!. Anuncian por megafonía que, debido a la inminente tormenta, los van a retrasar 20  minutos. Sin embargo, la lluvia no llega y al final, después de un montón de horas de espera, los fuegos empiezan. Y claro, en el mismo instante en que el primer cohete prende su mecha, la primera gota de lluvia se desprende del cielo. Y así, a medida que van subiendo y llenando el cielo de colores, empieza a caer agua como si se fuera a acabar el mundo. A todo esto, los americanos jalean, empapados hasta los huesos, cantando: "somos Americanos, viva América!! iuesei iuesei!!! Al cabo de unos cinco minutos, la lluvia amaina un poco, aunque por supuesto no deja de llover completamente hasta que los fuegos han terminado. Sin embargo, ha merecido la pena sólo por vivir el patriotismo en estado puro que consigue ponerte los pelos de punta aun siendo extranjero.